La sed es una de las sensaciones más habituales y necesarias que se activa en las personas. Y la hidratación es el remedio que además de paliar la sed, funciona como antídoto para la supervivencia de los seres vivos. Vamos a intentar explicar cómo se pone en marcha este mecanismo fisiológico y la respuesta del sistema inmune.
En realidad todo el mundo expresamos con gran facilidad la necesidad de beber algo cuando “tenemos sed”, pero explicar cómo se produce y lo que sentimos cuando se despierta, es algo más complicado.
La sed se puede definir objetivamente como el recurso de autorregulación de la homeostasis en los organismos vivos, que se alivia básicamente con la ingesta de líquidos.
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Cómo ha evolucionado la sed desde el origen
A lo largo de la evolución, no han parado de surgir constantes periodos de deshidratación, como consecuencia de una llamada que surge en todos los seres vivos, incluyendo a los animales, las plantas y por supuesto a los humanos.
Si fuéramos capaces de observar el proceso de activación, podríamos comprobar que es increíble.
Aumenta la producción de oxitocina (una de las hormonas de la sed) e inhibe al mismo tiempo la respuesta de activación del eje HPA (hipotalámico-pituitario-adrenal), también se origina una disminución de una liberación de cortisol cuando se tiene poca sed, así como del sistema nervioso “simpático”, es decir, el que responde a las señales de alarma de factores externos.
La hidratación intermitente
Hace millones de años cuando el agua era mínimamente potable, se dependía básicamente del agua consumible y su ingesta era intermitente.
Pero es que beber de forma intermitente es el comportamiento y reacción habitual ante la sed de cualquier ser vivo. Curiosamente los bebés son los que toman agua y se hidratan de forma óptima ya que su demanda de sed a través de la leche (que contiene un 87% de agua) es más importante que la de hambre.
La clave de la hidratación intermitente reside en las vías hipotalámicas que regulan el sodio y el agua. La sed es el único fenómeno de estrés externo que produce un aumento de oxitocina e inhibe el eje HPA, así como disminuye la liberación de cortisol cuando se expone a sed leve.
Y la hidratación ante la señal de sed parece ser la respuesta neuroendocrina que satisface nuestra necesidad de beber y palía esta sensación de ansiedad, o de alteración del comportamiento cuando necesitamos hidratarnos.
Hidratación óptima
La hidratación óptima está asociada directamente con la pérdida de peso, ya que se optimiza el metabolismo mitocondrial y existe un mayor gasto energético en nuestro cuerpo.
De ahí que en cualquier dieta, sobre todo en el caso de aquellas diseñadas para perder peso, se incluyan una gran ingesta de líquidos.
La ingesta de agua óptima está orquestada por diferentes partes del cerebro y un consumo insuficiente puede desencadenar en graves problemas de salud como el cáncer, en trastornos como el síndrome metabólico, la diabetes y en algunas enfermedades cardiovasculares, todas ellas relacionadas con el sistema renina-angiotensina, aldosterona (RAAS).
La sobrehidratación también pone en alerta al sistema
Sin embargo, si la falta de líquidos pone en alerta al sistema neuroendocrino, ¿qué ocurre a la inversa, con la sobrehidratación?
La investigación en humanos sobre un exceso de agua ha demostrado que cuando una persona bebe de forma excesiva (por ejemplo los deportistas) se activan determinadas partes del cerebro, incluyendo la amígdala y la corteza prefrontal.
El rechazo a beber más se consigue mediante determinados mecanismos de defensa que emplea el cerebro.
Es como si se cerrara la garganta y tragar, es decir, el esfuerzo en el propio acto de deglución tuviera que ser tres veces más de lo normal. Esto ocurre solo cuando una persona bebe hasta la saciedad.
Por ello, el comportamiento normal y natural es mediante la hidratación intermitente, donde el cuerpo aprende a optimizar el agua, los electrolitos, y de esta forma equilibra y atenúa las posibles respuestas al estrés por una posible falta de líquidos.
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Fuente:
Pruimboom, L., & Muskiet, F. A. (2018). Intermittent living; the use of ancient challenges as a vaccine against the deleterious effects of modern life–A hypothesis. Medical Hypotheses, 120, 28- 42.
Llevo más de 20 años dedicado al campo de la salud y de la formación, especializado en el ámbito de la Psiconeuroinmunología clínica.
He tenido la suerte de formarme y entrar a formar parte del equipo del Dr. Leo Pruimboom, la gran referencia internacional en esta disciplina.
Me apasiona mi labor docente, poner al servicio de cientos de alumnos de todo el mundo todo este bagaje y conocimiento para acompañarles en el proceso de formación en esta maravillosa disciplina.
Igualmente disfruto y aprendo de mis pacientes en mi labor clínica diaria.