¿Conoces todo el potencial de nuestras manos? Siempre han tenido la fama de ser uno de los canales de energía más potentes del ser humano. Desde nuestra existencia cuentan con múltiples propiedades y son una gran fuente de poder. Poseen el sentido del tacto y una impresionante capacidad sanadora.
Veamos cómo también a través de la refrigeración son capaces de disminuir la temperatura corporal, y de facilitar así la recuperación física y retrasar al mismo tiempo el cansancio.
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Las manos, una potente fuente de refrigeración
Las manos son el gran órgano corporal que permite disipar calor con mayor eficiencia. Y, ¿a qué es debido?
Básicamente porque cuentan con unas estructuras vasculares únicas que se pueden comparar con las de un radiador, y que subyacen en las regiones de la piel glabra del cuerpo humano, es decir, en aquellas partes que carecen de vello como las palmas de las manos, en las plantas de los pies, así como en algunas regiones faciales y de las orejas.
Estas suaves capas que están en las estructuras vasculares subcutáneas (anastomosis arteriovenosas y la retia venosa asociada) producen un portal térmico directo entre el núcleo del cuerpo y el entorno externo.
La baja producción de calor ligada al metabolismo facilita una impresionante tasa de transferencia de calor por conducción.
El enfriamiento de las palmas de las manos: un gran recuperador
Las palmas de las manos favorecen la transferencia de calor hacia el exterior en las anastomosis arteriovenosas, facilitando así el regreso de la sangre más fría hacia el cuerpo a través de las redes venosas.
Este mecanismo es uno de los remedios y procedimientos más efectivos para prolongar el esfuerzo físico durante más tiempo frente a la hipertermia corporal, que es la que limita el rendimiento.
El descubrimiento de este experimento surgió por casualidad en 2012 por el grupo de estudio de Dennis Grahn, de la Universidad de Stanford mientras estaban evaluando un modelo de disipación del calor.
Comprobaron que llevando a cabo un proceso de enfriamiento de las manos durante una actividad o práctica deportiva intensa como con un sistema cerrado de circulación de agua fría, disminuía la temperatura corporal y prolongaba el rendimiento físico.
La práctica de refrigeración y el uso específico de las palmas de las manos lograba atenuar la temperatura entre un 30 y un 60%, limitando así las reservas de calor y reduciendo las demandas de flujo sanguíneo cardiorrespiratorio y cutáneo considerablemente.
Algo tan simple como introducir las manos en una cubeta de agua fría a unos 10 oC durante 3 minutos provoca mejoras significativas.
Los resultados de este estudio han resultado tan prácticos y prometedores, que esta nueva vía de intervención (además de para los deportistas), se extiende y aplica actualmente a otros profesionales cuya actividad supone trabajar en condiciones extremas y de hipertermia, y un sobreesfuerzo físico.
Es el caso de las fuerzas y cuerpos de seguridad, bomberos, los policías, los profesionales de la seguridad, etc.
Fuente:
Grahn, D., Makam, M., & Craig Heller, H. (2018). A method to reduce heat strain while clad in encapsulating outerwear. Journal of Occupational and Environmental Hygiene, 15(8), 573-579.
Llevo más de 20 años trabajando como fisioterapeuta, pero mi ámbito profesional y mi forma de vida dio un giro de 180 grados cuando me convertí en lo que soy actualmente: especialista en Psiconeuroinmunología clínica. Disciplina que me ha brindado la oportunidad de crecer exponencialmente y que llegó a mí de la mano del Dr. Leo Pruimboom, fundador y referente mundial por excelencia de esta disciplina médica. Una nueva vía de intervención que descubrí cuando aún estaba cursando mis estudios universitarios en Fisioterapia, que cambió mi perspectiva y por su puesto la manera de trabajar con los pacientes.
Labor clínica, con la que no dejo de aprender constantemente y disfrutar cada día. Además, al mismo tiempo me permite desarrollar mi segunda actividad y pasión, la de coordinar el Máster en PNIc. Me encanta mantener un nexo de unión continuo con los grandes referentes y docentes, y comprobar cómo los alumnos van adquiriendo una nueva dimensión de conocimiento y formación.
Todo ello no sería posible sin el motor de mi vida, mi pequeña gran familia, (Gonzalo y mis cuatro hijos) y esos momentos de desconexión. Descargo adrenalina jugando al baloncesto, bailando flamenco y no cambio por nada del mundo disfrutar de un buen vino con mis amigos.