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 Acidosis metabólica, un desencadenante de la fatiga .
Acidosis metabólica, un desencadenante de la fatiga 

Acidosis metabólica, un desencadenante de la fatiga 

Salud 16 enero 2023

La fatiga crónica o la fatiga muscular es uno de los desencadenantes más comunes de nuestra sociedad actual. En consulta contamos con numerosos pacientes que la padecen, y muchas veces determinar el origen de esta patología es complicado. Pues bien, se puede afirmar que una de las causas más habituales de esta falta de energía tiene que ver con la llamada acidosis metabólica. 

En este post, Daniel de la Serna, fisioterapeuta y docente del Máster en PNIc, nos cuenta desde la perspectiva de la Psiconeuroinmunología qué ocurre en nuestro organismo y por qué se produce ese síntoma de fatiga crónica o muscular, los factores que inciden, y qué suplementos son imprescindibles para controlar esa acidosis. 

Sin energía, las funciones del cuerpo humano y nuestra salud van a verse seriamente comprometidas. Centrándonos en el tema que abordamos, uno de los principales motivos que provoca fatiga es la aparición de acidosis en los tejidos. Esta acidosis metabólica es una acumulación de ácidos que se producen en el organismo.

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 ¿Qué provoca una caída del pH en el tejido?

Cuando el pH de los tejidos se vuelve ácido, estos se llenan de receptores que miden los ácidos. Y a su vez, cuando estos receptores llamados ASICs (Canales Iónicos Sensibles a la Acidez) se disparan, ello genera un arco reflejo que como señal llega hasta nuestro cerebro. 

 

El cerebro es el súper órgano capaz de detectar la existencia de órganos y tejidos que pueden encontrarse en estado de acidosis, de tal manera que la actividad cerebral emite una señal de alerta ordenando que hay que inducir fatiga. Cuando los tejidos notan una falta de oxígeno, consecuentemente los receptores se disparan, empiezan a lanzar señales y llegan al cerebro. Ocurre algo similar al dolor. 

Porque hay que tener en cuenta que si un tejido está afectado por acidosis (el corazón, el hígado, un riñón, el intestino o hasta el propio cerebro) y continúa en funcionamiento, se corre el posible riesgo de rotura. 

En este contexto, nuestra máquina hace que la fatiga sea el medio de choque para bajar el nivel de revoluciones a las que funciona un órgano. 

Las mitocondrias, esas grandes proveedoras de energía

La acidosis está relacionada y se conecta directamente con las bacterias más importantes para asegurar los niveles de energía. Estas son las mitocondrias (unas bacterias que hace millones de años decidieron que el mejor sitio para vivir sin duda es nuestro cuerpo). El ser humano las admitió muy bien, porque son pequeños microorganismos que necesitan protección, ya que el exterior no es su hábitat natural y se oxidan. 

Estas mitocondrias desde un inicio fueron muy “listas” y negociaron con nuestro organismo, ofreciendo energía a cambio de estancia y protección dentro de los tejidos; una circunstancia que les aportaba más posibilidades de  sobrevivir. Y ¿cómo llevaron a cabo este proceso? Suministrando ATP (Adenosín Trifosfato o Trifosfato de Adenosina, que es la molécula portadora de la energía primaria), llegando así a establecer una relación simbiótica por la que el cuerpo humano les tiene que proteger a cambio de que ellas proporcionen energía. 

Ahora todo el mecanismo corporal para producir energía se asienta en las mitocondrias. La actividad mitocondrial nos permite obtener ATP. Pero cuando las mitocondrias dejan de funcionar, la producción de ATP no se realiza en ellas, sino que se lleva a cabo en el citoplasma de la célula, y ello provoca una caída del pH en el tejido que desencadena en una manifestación física de fatiga a consecuencia de una carencia de actividad. 

Los pacientes que la sufren es a causa de esta falta de actividad. La prueba es que se pautan suplementos para activar esa actividad mitocondrial. 

Estructura del ATP

El ATP está formado por 2 partes,

  1. La Adenina, que es el nitrógeno que se encuentra en la base de la vida de los seres vivos. Una base nitrogenada que está unida a la ribosa, un azúcar o carbohidrato que se utiliza cuando hay un trastorno de energía. Es uno de los suplementos más utilizados en pacientes con fatiga, con cuadros de estrés, y es la base del ATP. Sin ribosa no hay estructura para producir energía. Se trata de un elemento estructural básico para la vida. Forma parte del ADN y del ARN. 
  2. Por otro lado, a este azúcar lleno de carbonos, se le suman la unión de tres moléculas de ácido fosfórico de alta energía. Esta unión la tienen que llevar a cabo nuestras células y para provocarla, tenemos que contar con la presencia de enzimas. Si no hay por ejemplo magnesio (otro suplemento importante), no existe la posibilidad de poder unir los grupos fosfato al resto de la molécula ATP. 

Sin magnesio no hay energía. Y esto se tiene que llevar a cabo dentro de la mitocondria. El magnesio es el responsable de activar la enzima necesaria de los grupos fosfato, y los une y conecta a la ribosa. Pero esta enzima necesita una llave, algo que lo dispare (y es en este caso el magnesio es el que dispara a la enzima responsable de construir estas moléculas de ATP). 

El magnesio, un suplemento contra la fatiga

El magnesio es un elemento importante que se almacena en el cuerpo (contamos con aproximadamente 20 o 25 gramos de almacenamiento, y cuando el organismo detecta carencias, lo extrae del almacén (de los huesos o el músculo) para reponer energía. Es un nutriente que se almacena dentro de los tejidos y no va por la sangre. Por ello detectar sus niveles en sangre es poco fiable. Lo recomendable es hacerlo a través de un glóbulo rojo. 

Su absorción es tan complicada, que necesita de canales para acceder al cuerpo. Por ejemplo, los alimentos de hoja verde están dotados de magnesio. Además hay muchas fórmulas de magnesio en el mercado, y su valor se marca en función de la calidad y de la facilidad de cómo el cuerpo lo absorbe. El magnesio no orgánico (óxido de magnesio) se absorbe muy mal, porque lo hace mediante unos canales iónicos que entran en competencia con otros minerales. 

Sin embargo, las formas orgánicas de magnesio, los quelatos o las sales de magnesio, son formulaciones que van unidas a aminoácidos y se transportan por los canales peptídicos por donde entran los aminoácidos y ahí hay mucha menos competencia. 

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Autor

Elena López

Llevo más de 20 años trabajando como fisioterapeuta, pero mi ámbito profesional y mi forma de vida dio un giro de 180 grados cuando me convertí en lo que soy actualmente: especialista en Psiconeuroinmunología clínica. Disciplina que me ha brindado la oportunidad de crecer exponencialmente y que llegó a mí de la mano del Dr. Leo Pruimboom, fundador y referente mundial por excelencia de esta disciplina médica. Una nueva vía de intervención que descubrí cuando aún estaba cursando mis estudios universitarios en Fisioterapia, que cambió mi perspectiva y por su puesto la manera de trabajar con los pacientes.

Labor clínica, con la que no dejo de aprender constantemente y disfrutar cada día. Además, al mismo tiempo me permite desarrollar mi segunda actividad y pasión, la de coordinar el Máster en PNIc. Me encanta mantener un nexo de unión continuo con los grandes referentes y docentes, y comprobar cómo los alumnos van adquiriendo una nueva dimensión de conocimiento y formación.

Todo ello no sería posible sin el motor de mi vida, mi pequeña gran familia, (Gonzalo y mis cuatro hijos) y esos momentos de desconexión. Descargo adrenalina jugando al baloncesto, bailando flamenco y no cambio por nada del mundo disfrutar de un buen vino con mis amigos.

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