Hace unas semanas hablamos de cacas, un tema tabú y del que no nos gusta hablar, pero al mismo tiempo súper necesario para saber si nuestro sistema funciona a pleno rendimiento. El estado, la forma y características de nuestras heces hablan por sí solas. Es más, las veces que vamos al baño, también son un buen diagnóstico para confirmar si nuestro ritmo es normal, acelerado, o se denota la existencia de posibles cambios que alteran el tránsito intestinal.
Tal y cómo indicamos en la primera parte de este post, no todos los días nuestras heces son iguales, ya que dependen de la alimentación, del deporte o la actividad física que llevemos a cabo, de la cantidad de agua que bebemos, o hasta de las hormonas, especialmente en el ciclo de las mujeres.
Si además, se analiza la presencia de determinados parásitos, intoxicaciones o incluso nuestro cerebro genera determinadas sustancias como el GABA (encargadas de mantener los niveles de excitabilidad neuronal) o el triptófano (generadores de la serotonina u hormona de la felicidad), todo esto nos puede aportar información valiosa para averiguar cualquier anomalía.
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Algunas pistas…
La frecuencia ideal de evacuar es cada vez que comemos, pero al menos y lo más normal es que sea una vez al día. Y es importante examinar de vez en cuando la consistencia, la cantidad, el peso y el color. Si las heces tienen un aspecto verdoso, pueden ser indicador de que existe un problema de estrés, si son amarillentas puede ser debido a posibles problemas hepáticos, si son rojas, no hay que alarmarse porque puede ser por la posible presencia de alguna fisura o hemorroides.
Sin embargo, lo más alarmante es cuando tiene aspecto oscuro o negruzco, porque ello significa que el tránsito no es normal, así como las heces con mucosidad, claro indicador de que hay alguna infección porque este moco es el que cumple la función de protector.
El diagnóstico a través de las heces, mucho más allá de las analíticas
El diagnóstico de nuestras heces detecta cualquier alteración, patología o enfermedad, pero, ¿cuántos casos existen donde los pacientes se sienten impotentes porque en sus ecografías o entrega de muestras no se detecta nada a simple vista, y al mismo tiempo continúan con diarreas persistentes, estreñimiento o molestias intestinales? Multitud de ellos.
Al final una ecografía, una resonancia o una entrega de muestras para analítica, no son tan eficaces como para detectar un resultado de mayor magnitud. Este tipo de pruebas se realizan en ayunas, son instantáneas y muchas veces no permiten localizar el foco de una alteración, la presencia de parásitos, o incluso estados anímicos o circunstancias puntuales serias por las que el tránsito intestinal se ve alterado.
Es necesario llevar a cabo un estudio más exhaustivo, en diferentes contextos y comportamientos distintos, para llegar hasta el causante de cualquier trastorno.
Las heces aportan info valiosa de lo que ocurre en nuestro intestino, pero van mucho más allá. A través de las heces se pueden detectar numerosos elementos, como la presencia de parásitos no saludables, algunos metales, la forma en que asimilamos determinadas vitaminas, intoxicaciones, o cómo el cerebro asimila GABA, pero ello conlleva a realizar analíticas más profundas.
Vuelta al estrés. Las heces te lo dicen
Si parte de nuestra dieta contiene alimentos con potencial inflamatorio, si existe falta de sueño, no nos exponemos al sol y nos falta vitamina C, etc., cometiendo desafíos continuos con nuestro cuerpo o sufriendo episodios de estrés masivo, nuestro sistema se va a ver atacado por la primera vía posible que encuentre.
Cuando estamos tristes, angustiados, estresados, nos encontramos ante un escenario muy propicio de excitación y desorden en nuestro sistema inmune, que puede afectar entre otros aspectos, al intestino, alterando la frecuencia y consistencia de las heces.
Lo mejor y más recomendable es cambiar de hábitos, con actitud activa y energía suficiente para que nuestra salud esté a pleno rendimiento. Mantener una dieta equilibrada, rica en fibras y realizar actividad física es esencial. No menos importante es garantizar y respetar las horas de sueño y descanso, para paliar los efectos negativos del estrés y regular el tránsito intestinal.
La salud intestinal y la apariencia de nuestras heces es un componente crucial para nuestro bienestar general, por lo que tomar medidas para controlar el estrés es fundamental.
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Llevo más de 20 años trabajando como fisioterapeuta, pero mi ámbito profesional y mi forma de vida dio un giro de 180 grados cuando me convertí en lo que soy actualmente: especialista en Psiconeuroinmunología clínica. Disciplina que me ha brindado la oportunidad de crecer exponencialmente y que llegó a mí de la mano del Dr. Leo Pruimboom, fundador y referente mundial por excelencia de esta disciplina médica. Una nueva vía de intervención que descubrí cuando aún estaba cursando mis estudios universitarios en Fisioterapia, que cambió mi perspectiva y por su puesto la manera de trabajar con los pacientes.
Labor clínica, con la que no dejo de aprender constantemente y disfrutar cada día. Además, al mismo tiempo me permite desarrollar mi segunda actividad y pasión, la de coordinar el Máster en PNIc. Me encanta mantener un nexo de unión continuo con los grandes referentes y docentes, y comprobar cómo los alumnos van adquiriendo una nueva dimensión de conocimiento y formación.
Todo ello no sería posible sin el motor de mi vida, mi pequeña gran familia, (Gonzalo y mis cuatro hijos) y esos momentos de desconexión. Descargo adrenalina jugando al baloncesto, bailando flamenco y no cambio por nada del mundo disfrutar de un buen vino con mis amigos.