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 El circuito de recompensa ¿Por qué cuesta tanto mantenerlo a raya?.
El circuito de recompensa ¿Por qué cuesta tanto mantenerlo a raya?

El circuito de recompensa ¿Por qué cuesta tanto mantenerlo a raya?

Salud 12 mayo 2023

¿A quién no le gusta que le premien y obtener una buena recompensa? Si hacemos un sondeo, seguramente que absolutamente todos vamos a levantar la mano. Lógicamente la sensación que se produce cuando algo nos gusta mucho, queremos que se repita, y ello nos genera una adicción, porque el estado emocional que nos provoca es tan placentero y satisfactorio, que estamos deseando experimentarlo continuamente.

Esto es lo que nos ocurre prácticamente a la mayoría de los mortales y que está directamente relacionado con el llamado circuito de recompensa cerebral. Un sistema que debemos conocer, sobre todo comprender, y sobre el que vamos a hablar en el siguiente post.

Por un lado, están esas personas estables, constantes, que controlan sus estímulos y que en general son perfectamente admirables.

Estas son capaces de obtener recompensas a través de hábitos naturales o pequeñas gratificaciones regulares que forman parte de nuestra especie (comen de forma regular, hacen un poco de ejercicio, tienen contacto físico, y de vez en cuando experimentan orgasmos).

Por otro lado está esa inmensa mayoría, a quienes cuesta resistirse a determinadas acciones impulsivas que provocan sensaciones placenteras, y que incitan por ejemplo a comer compulsivamente sin control alguno, o que les convierten en adictos (a las drogas, a los medicamentos, al juego, a los dispositivos electrónicos, o hasta a acciones que objetivamente son positivas como el deporte o la actividad laboral, pero que de forma excesiva pueden producir un efecto totalmente contrario).

El verdadero problema, muy frecuente en las sociedades actuales, surge cuando estas adicciones se convierten en incontrolables. Es decir, qué ocurre en nuestro cerebro cuando queremos cambiar una conducta y no lo logramos de ninguna manera.

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Queremos ponernos a dieta pero nos la saltamos, queremos dejar de consumir alcohol, pero no nos podemos saltar una copa diaria por las noches cuando volvemos del trabajo, no queremos ver el móvil por la noche, pero no podemos evitar ver los WhatsApps pendientes, no nos apetece ir al gimnasio pero si nos saltamos una clase podemos engordar unos gramos.

Detrás de todo este “quiero y no puedo” constante se generan situaciones de estrés (de las que hablaremos en otro post), que producen en nuestro sistema inmune y cerebral una serie de acontecimientos extraordinarios que desde la PNI clínica llevamos años investigando de forma global para abordar y aprender a controlar determinados estímulos en los pacientes.

circuito recompensa cerebro y pni

La dopamina: la mensajera selectiva de sensaciones

El circuito de recompensa cerebral es un sistema que el cerebro brinda al organismo y que se compone de una serie de circuitos o neuronas que se encargan de asegurar o de extinguir ciertas conductas en función de los resultados que estamos obteniendo.

Estas neuronas se comunican por la dopamina, es decir, el neurotransmisor que utilizan las neuronas para comunicarse, y que cuando liberan dicha dopamina hacia el núcleo accumbens (que es la parte del cerebro que se encarga de clasificar las sensaciones) nos dice si algo va a ser placentero, vamos a obtener recompensa, o por el contrario no nos va a causar una buena sensación.

A lo largo de la historia y por nuestra propia evolución hemos ido aprendiendo a diferenciar qué acciones nos beneficiaban y cuáles de ellas hemos tenido que ir eliminando poco a poco.

Esto se ha producido gracias a la dopamina, también conocida como hormona de la felicidad, y que nos produce bienestar y satisfacción.

Por ejemplo, con la alimentación se suele activar sobre manera.

Nuestro cerebro es tan poderoso, que si nos transmite que comer produce un efecto muy placentero, nos va reforzando poco a poco la conducta positiva de forma muy intensa, hasta buscar y convertir al alimento en algo necesario de forma constante.

Sin embargo hay sustancias como el consumo de drogas, o comportamientos adictivos externos que activan esta dopamina, y que lo hacen forman tan intensa y en breve espacio de tiempo, que sus efectos (bien sean de euforia o de sedación) pueden conllevar a la adicción.

Educar el circuito de recompensa ¡Es posible!

Está demostrado que en las adicciones y los malos hábitos inciden e intervienen factores fisiológicos (de carácter genético, sociales, familiares, etc.), pero aunque puede parecer complicado, sobre todo al principio, existen mecanismos y tratamientos para educar y controlar el circuito de recompensa.

Lo primero de todo tiene que ver con la fuerza de voluntad, esa que se resiste en numerosas ocasiones, pero que se debe sacar para combatir determinados excesos y regular el funcionamiento de forma consciente y saludable.

El ser humano es capaz de afrontar numerosos desafíos y se puede empezar por,

  1. Marcar metas claras. Seamos realistas, es mejor empezar poco a poco por pequeños objetivos, que querer lograr todo desde un principio. Empecemos a cambiar pequeños hábitos que nos ayuden a ver resultados. Si por ejemplo, queremos cambiar nuestra alimentación, vamos a eliminar los hidratos malos de la merienda, y no todos de una vez en cada ingesta.
  2. Ocupar el tiempo en actividades o hobbies placenteros.
  3. Poner límites a las adicciones. Por ejemplo, marcarnos tiempos para ver el móvil, o incluso pedir ayuda terapéutica o hacer terapia si determinadas acciones son incontrolables.
  4. Establecer rutinas dentro del día a día y planificar la actividad. Es decir, marcar tiempos para el trabajo, el tiempo libre o las actividades de ocio.

Autor

Elena López

Llevo más de 20 años trabajando como fisioterapeuta, pero mi ámbito profesional y mi forma de vida dio un giro de 180 grados cuando me convertí en lo que soy actualmente: especialista en Psiconeuroinmunología clínica. Disciplina que me ha brindado la oportunidad de crecer exponencialmente y que llegó a mí de la mano del Dr. Leo Pruimboom, fundador y referente mundial por excelencia de esta disciplina médica. Una nueva vía de intervención que descubrí cuando aún estaba cursando mis estudios universitarios en Fisioterapia, que cambió mi perspectiva y por su puesto la manera de trabajar con los pacientes.

Labor clínica, con la que no dejo de aprender constantemente y disfrutar cada día. Además, al mismo tiempo me permite desarrollar mi segunda actividad y pasión, la de coordinar el Máster en PNIc. Me encanta mantener un nexo de unión continuo con los grandes referentes y docentes, y comprobar cómo los alumnos van adquiriendo una nueva dimensión de conocimiento y formación.

Todo ello no sería posible sin el motor de mi vida, mi pequeña gran familia, (Gonzalo y mis cuatro hijos) y esos momentos de desconexión. Descargo adrenalina jugando al baloncesto, bailando flamenco y no cambio por nada del mundo disfrutar de un buen vino con mis amigos.

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