De sobra sabemos que el ejercicio es una de las mejores dosis de energía para mantener la función inmunológica y cerebral en buena forma. Es más, algunas investigaciones de los últimos años demuestran que aquellas personas que practican ejercicio de forma regular son menos propensas a padecer menor riesgo de infección, especialmente enfermedades o virus relacionados con las vías respiratorias.
En PNI clínica ya hemos hablado de este tema en numerosas ocasiones a través de diferentes posts de este blog, sin embargo, es importante hacer un matiz a este respecto.
Porque más que la actividad física intensa, que por supuesto es totalmente recomendable, digamos que el movimiento en sí, junto con la alimentación es uno de los pilares de nuestra salud.
La actividad motivada es la razón de ser del ser humano. Gracias a la psicomotricidad el hombre ha tratado de adaptarse al medio y ha evolucionado para convertirse en lo somos actualmente.
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Hemos pasado de sobrevivir a vivir, e incluso a obligarnos a movernos de vez en cuando y a intervalos por el mal que impera en nuestros días y en las sociedades desarrolladas, que es el sedentarismo.
La falta de actividad física es uno de los problemas más severos a nivel mundial. Nada menos que un tercio de la población adulta es físicamente inactiva, no cumple con las recomendaciones de la OMS que son al menos 150 minutos de actividad aeróbica. Una situación verdaderamente preocupante.
El ejercicio: modulador del sistema inmune
La inmunidad es el mecanismo de defensa del organismo encargado de mantener la homeostasis. Elimina algunas amenazas como los antígenos exógenos y endógenos, las células tumorales, las sustancias de desecho o células apoptóticas. Si la función inmunológica está alterada nos volvemos potencialmente susceptibles a sufrir mayor propensión a desarrollar tumores malignos (1).
En este sentido, el ejercicio es clave. Ayuda a controlar el peso, la masa muscular, la función cardiorrespiratoria y la calidad de vida de los más mayores. Además contribuye a reducir el riesgo de enfermedades tan frecuentes como la osteoporosis, enfermedades cardiovasculares, la diabetes, y algunas otras patologías como la depresión, la ansiedad o el deterioro cognitivo, junto a algunos tipos de cáncer.
En el campo de la inmunología se ha avanzado considerablemente en el ámbito de la espectrometría de masas y la tecnología de pruebas genéticas, especialmente de cara a la personalización y pautas del deporte y nutrición personalizada. Se presta más atención a la metabolómica, proteómica, lipidómica, las características del microbioma intestinal y los enfoques genómicos de la inmunología del ejercicio.
¿En qué ayuda el ejercicio físico?
Incrementa y empodera la inmunidad frente a determinadas patologías (2)
- Ayuda a eliminar algunas bacterias del sistema y las vías respiratorias, reduciendo el riesgo de contraer algunas enfermedades o virus recurrentes como el resfriado, la gripe y otras enfermedades de carácter respiratorio.
- El ejercicio físico también produce cambios en los anticuerpos y los glóbulos blancos. Los GB son las células del sistema inmune encargadas de combatir ciertas enfermedades. Estos GB circulan más rápido y de este modo son capaces de detectar con mayor rapidez enfermedades que no hubieran detectado en otro caso. La activación de los leucocitos es más sutil en la actividad física que en el trauma o ante una posible respuesta infecciosa.
- Los entrenamientos aumentan el gasto cardíaco, mejoran la circulación, cambian el pH y la temperatura, y los factores que influyen en la función de los leucocitos. La elevación de la temperatura corporal durante o tras el ejercicio puede ser capaz de frenar el crecimiento bacteriano y así ayudar a combatir mejor cualquier posible infección. Pensemos en una situación similar a la fiebre.
- Otros estudios hablan de que el ejercicio aumenta la circulación de las células inmunitarias en sangre, y también que el movimiento muscular durante la actividad tiende a liberar citocinas (mioquinas), es decir, proteínas que ayudan a redirigir las células inmunitarias para combatir infecciones. Porque aunque los niveles de estas citocinas disminuyen dos o tres horas después del ejercicio, el sistema inmune se va acostumbrando y es más propenso a captar patógenos con más rapidez si se hace ejercicio con frecuencia.
- El ejercicio también baja las hormonas del estrés.
- Además la actividad física aumenta las endorfinas, estos neurotransmisores del cerebro que nos hacen sentirnos especialmente bien. Pensemos en esa sensación satisfactoria cuando terminamos de realizar una actividad aeróbica como correr, un partido de pádel, nadar o una ruta por la montaña.
Los mejores tipos de ejercicio para la función inmunológica y mental
La psiconeuroinmunología clínica como campo que explora la conexión entre el sistema nervioso, el sistema inmune y cerebro, avala la actividad física como un elemento con un elevado impacto significativo tanto para la función inmune como para la salud mental. En todo caso,
1. El ejercicio aeróbico
Correr, nadar o montar en bici aumentan la capacidad cardiovascular y mejoran el sistema circulatorio. Además reducen la ansiedad, la depresión, o nuestro estado mental gracias a la liberación de endorfinas. Aumentan el flujo de células inmunes y reducen potencialmente la incidencia de infecciones.
2. Entrenamiento de fuerza
Nos referimos al ejercicio funcional con pesas y de resistencia. Fortalece los músculos y mejora la salud ósea. Este tipo de rutina reduce el estrés y ciertos síntomas depresivos.
3. Yoga y mindfulness
Las prácticas que están centradas en la meditación, la respiración y el movimiento pausado, poseen múltiples propiedades para reducir el estrés y al mismo tiempo a largo plazo y con constancia son capaces de reducir la inflamación y mejorar la función inmunológica.
4. Ejercicios de flexibilidad y equilibrio
Taichí o pilates. Mejoran la coordinación, la flexibilidad y la fuerza del núcleo.
Para resumir, cada tipo de ejercicio ofrece bondades para la función inmunológica y la salud mental. Integrándose en una rutina regular puede proporcionarnos beneficios holísticos.
Fuentes:
- Physical activity and its relationship with the immune system https://orcid.org/0000-0001-6653-4142
- https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/007165.htm
Llevo más de 20 años dedicado al campo de la salud y de la formación, especializado en el ámbito de la Psiconeuroinmunología clínica.
He tenido la suerte de formarme y entrar a formar parte del equipo del Dr. Leo Pruimboom, la gran referencia internacional en esta disciplina.
Me apasiona mi labor docente, poner al servicio de cientos de alumnos de todo el mundo todo este bagaje y conocimiento para acompañarles en el proceso de formación en esta maravillosa disciplina.
Igualmente disfruto y aprendo de mis pacientes en mi labor clínica diaria.