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 La actividad y el ejercicio físico como motor de cambio.
La actividad y el ejercicio físico como motor de cambio

La actividad y el ejercicio físico como motor de cambio

Salud 7 diciembre 2022

Junto al cerebro pensante como órgano único, sustancial y propio del ser humano, está el movimiento. En realidad resulta bastante complicado explicar y sobre todo entender cómo funciona el desarrollo y la evolución de la conducta humana sin el impacto sobre su neuroanatomía. Desde la perspectiva de la Psiconeuroinmunología clínica hablamos en este post de la actividad y del ejercicio físico como acciones clave y totalmente necesarias para el desarrollo evolutivo del individuo y su salud.

¿Qué sería de nosotros si no nos moviéramos? Mantener el cuerpo activo es algo que hacemos de forma inconsciente. Gracias a la actividad física y a la psicomotricidad nos hemos ido adaptando, transformando y evolucionando hacia lo que somos hoy.

Sin embargo, con la revolución industrial y tecnológica, esta función para afrontar desafíos y atajar situaciones de estrés ante necesidades vitales, se ha perdido. Ya no es necesario moverse para cubrir nuestras necesidades básicas, una situación que está desencadenando en el sedentarismo, y que ocasiona numerosas patologías y enfermedades características del sistema inmune.

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La capacidad de adaptación, algo espectacular a lo largo de la evolución humana

La capacidad de adaptación a lo largo del tiempo nos ha hecho avanzar y gestionar las barreras propiciadas por el entorno. Nos hemos ido adaptando poco a poco al estrés o a cualquier acontecimiento externo, y partir de aquí, intentar explicar cómo ha ido evolucionando nuestro cuerpo para afrontar estas situaciones, es algo realmente increíble.

Este proceso fue muy lento. Nada menos que han tenido que pasar 2 millones de años, pero sin duda ha resultado muy eficaz.

Ello supuso un proceso de maduración de las distintas áreas cerebrales que tuvieron que conectar con otras áreas en la búsqueda de soluciones, para de este modo ir atajando los peligros o los desafíos a los que en un primer momento se enfrentó el hombre para su propia supervivencia.

Surgió el movimiento espontáneo para afrontar algunas necesidades vitales como el hambre, la sed, o la tolerancia a temperaturas extremas durante el frío o con el calor.

El cerebro, a través del proceso de toma de decisiones, ha ido desarrollando un tentáculo periférico para poder ejecutar esa toma de decisiones, es decir, la musculatura.

Y esta comunicación es determinante además de para sobrevivir, para que seamos capaces de mantener la salud y comprender un poco mejor la conducta del ser humano.

La musculatura protege el cerebro y redistribuye la energía corporal a favor del mismo.

Produce los llamados inmunomensajeros con capacidad de inducir cambios antiinflamatorios en el sistema inmune, facilita el reparto de energía entre los distintos órganos del cuerpo, mejorando el flujo sanguíneo al corazón, al cerebro, a los pulmones, etc.

El desarrollo social, cultural y tecnológico ¿Cómo influye sobre el hombre?

La gran estrategia adaptativa de nuestra especie ha sido el desarrollo cultural, la construcción de complejas redes sociales y un desarrollo tecnológico que ha transformado radicalmente el entorno en el que vivimos.

El resultante del binomio indisociable biología y cultura ha minimizado el impacto de los factores de presión evolutiva, transformado así por completo nuestro estilo de vida. Hemos pasado del trabajo físico como vía de adaptación, al «clic» del ordenador para solventar desafíos.

Digamos que las necesidades vitales como el hambre, la sed, etc. o incluso la violencia y las infecciones fueron menos importantes para que el hombre se siga desarrollando, ya que ha ido tomando el control sobre ellas; primero con la revolución cognitiva a través del lenguaje (hace unos 70.000 años), más tarde (12.000 años antes) con la revolución agrícola, y se puede decir que de forma más reciente (hace unos 250 años) con la revolución industrial.

El paso de sobrevivir a vivir

Cuando se aseguró la supervivencia, el movimiento fue desapareciendo poco a poco de escena y perdiendo ese papel tan determinante que tuvo a lo largo nuestro camino evolutivo. Las máquinas en la producción industrial eliminaron esa necesidad imperiosa del movimiento.

Un cambio radical en el que la inactividad y el sedentarismo han ido afectando directamente la salud de los individuos, y que está relacionado con la mayoría de cuadros metabólicos actuales, inmunológicos o neurológicos.

Y aunque el incremento de la inteligencia del homo sapiens permite solucionar la mayor parte de los factores de presión evolutivos, al mismo tiempo el propio desarrollo social, cultural y tecnológico está generando nuevos factores de riesgo y más desconocidos para el mantenimiento de un estado saludable.

Es el caso de los perfiles nutricionales de alto contenido calórico o con índices elevados en glucosa, la contaminación atmosférica, los problemas de índole económica, como las crisis o las hipotecas, los espacios de trabajo carentes de luz solar y natural, y un largo etcétera de elementos antropogénicos que generan estrés y para los que carecemos de estrategias adaptativas específicas.

La característica crónica de estos factores condiciona el modo en que el organismo trata de buscar la adaptación. En esta respuesta, el sistema inmunitario va ganando reactividad en favor de otros órganos como la musculatura, así la inflamación de bajo grado como respuesta se antepone al movimiento espontáneo.

Pérdida de la contracción muscular

En definitiva, se ha perdido una de las funciones básicas y fundamentales para el mantenimiento de la salud y el reparto de energía en el organismo: la contracción muscular.

Como consecuencia, la actividad física ha dejado de ser necesaria y así, más del 75% de los seres humanos no alcanza la cantidad mínima de actividad física recomendable. Con la pérdida de funcionalidad de la musculatura, se ha perdido uno de los elementos de influencia más impactantes sobre el sistema inmunitario y por lo tanto uno de los mecanismos más eficaces para poder controlar los procesos inflamatorios crónicos, mecanismo de acción que está detrás de más del 90% de las enfermedades crónicas actuales.

Por este motivo, la lucha contra el sedentarismo es y representa a día de hoy uno de nuestros principales propósitos ante cualquier intervención cuyo objetivo sea mejorar el nivel de salud y rendimiento de cualquier paciente.

Autor

Daniel De la Serna

Llevo más de 20 años dedicado al campo de la salud y de la formación, especializado en el ámbito de la Psiconeuroinmunología clínica.

He tenido la suerte de formarme y entrar a formar parte del equipo del Dr. Leo Pruimboom, la gran referencia internacional en esta disciplina.

Me apasiona mi labor docente, poner al servicio de cientos de alumnos de todo el mundo todo este bagaje y conocimiento para acompañarles en el proceso de formación en esta maravillosa disciplina.

Igualmente disfruto y aprendo de mis pacientes en mi labor clínica diaria.

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