En la primera entrega de este post hablamos de la importancia de la tiroides y del hipotiroidismo como una de las patologías más frecuentes entre la población complicada de diagnosticar.
En esta segunda parte vamos a tratar de analizar cómo reacciona la glándula tiroides en determinadas situaciones de estrés o por infección, de qué forma pone en alerta al sistema inmunitario y al cerebro, qué ocurre si la producción de hormonas tiroideas se cronifica, y por último y en caso de diagnosticar hipotiroidismo, qué aspectos se deben de tener en cuenta a la hora de pautar un tratamiento más allá de la medicación en pacientes. Sigue leyendo…
El estrés, la infección y las hormonas tiroideas
En primer lugar, hay que tener en cuenta que existen dos situaciones clave que incrementan el rendimiento de la glándula tiroidea:
- Aquellas situaciones de estrés donde el cerebro percibe un aumento de la incertidumbre y/o vulnerabilidad.
- Aquellas situaciones infecciosas en las que el sistema inmune tiene que plantar cara a un patógeno por una enfermedad.
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En ambos casos, el organismo necesitará adaptarse, aumentar su gasto de energía y distribuirla en favor de aquellos tejidos que puedan ofrecer una mejor adaptación.
La producción de hormonas tiroideas va a estar al servicio de estos dos órganos dominantes: del cerebro y del sistema inmune.
Una hiperfunción tiroidea que en principio no va a suponer ningún problema si se mantiene dentro de un ritmo normal, es decir, de unos límites fisiológicos ya sea en forma de intensidad y/o tiempo.
Sin embargo, cuando este ritmo se descontrola, es cuando realmente surgen los problemas.
De la fisiología al hipotiroidismo, cuando la producción se cronifica
Como indicamos más arriba, la adaptación a situaciones de estrés o por una enfermedad, exigen un gasto de energía extra, que va a pasar por la capacidad del hipotálamo en sincronizar ejes neuroendocrinológicos, entre los que se encuentra el eje tiroideo y la producción de hormonas tiroideas.
Así, cuando esta situación de incremento de la producción de hormonas tiroideas se prolonga en el tiempo, se requiere un suministro constante y un incremento de los recursos específicos para que esta glándula pueda mantener la producción de las hormonas (entre otros nutrientes resultan clave el iodo, el selenio, el magnesio, zinc, hierro, vitamina A, o las grasas Omega 3) y para poder soportar este nivel de rendimiento.
La mayoría de pacientes que atendemos en consulta sufren esta cronificación de los factores de estrés o de los procesos inflamatorios, bien actuando de forma independiente o bien de forma combinada, produciendo una sobrecarga importante.
Este mantenimiento de la actividad de la glándula de manera crónica, podría llegar a ocasionar daños que actuarían como señalizadores del sistema inmunitario, pudiendo verse así incrementado el deterioro de la glándula incluso a través de una respuesta autoinmunitaria.
Por otro lado, si durante este tiempo en el que la glándula debe incrementar su función no hubiera un suministro adecuado de nutrientes específicos, la glándula podría presentar dificultades añadidas para posibilitar la adaptación, y en consecuencia el hipotiroidismo puede terminar encontrando su espacio.
Cuando el hipotiroidismo se manifiesta
La actividad inflamatoria crónica en el organismo junto con una señalización crónica del cortisol termina condicionando la desyodación de la hormona T4, que se irá polarizando hacia una mayor conversión en rT3.
Esta otra hormona tiroidea no tiene la capacidad de incrementar la actividad mitocondrial como hace la T3, de tal manera que los tejidos no pueden incrementar su metabolismo para poder adaptarse.
En este contexto se facilita el desarrollo característico del fenotipo hipotiroideo, en el que el permiso para gastar energía está restringido.
Es lo que denominamos “un cerebro no permisivo”, en el que el paciente desarrolla síntomas tan habituales como el cansancio, la somnolencia, la lentitud, una ganancia de peso, la sensación de hinchazón, estreñimiento, hipotermia y sensibilidad al frío, trastornos de la fertilidad, pérdida de la lívido y la abolición de conductas asociadas al gasto de energía (como socializar, hacer deporte, curiosear, etc, etc).
Pautas para la recuperación: más allá de la medicación
Ante estos síntomas externos y a la hora de abordar cualquier tratamiento ante un cuadro de hipotiroidismo, debemos ir más allá y tratar este problema dando un paso más a la medicación pautada para poder recuperar la homeostasis.
Cualquier tratamiento debería tener presente en todo momento, algunos aspectos claves como:
- Un análisis exhaustivo de cuáles son los factores de riesgo asociados al estrés en cada paciente y que mecanismos de acción se han alterado.
- ¿Qué factores de riesgo sostienen la inflamación crónica?
- ¿Cuáles son las necesidades nutricionales de la propia glándula?
En definitiva, identificar, atender y solventar estas situaciones son las que verdaderamente permiten solucionar desde la raíz el problema al tiroideo.
Llevo más de 20 años trabajando como fisioterapeuta, pero mi ámbito profesional y mi forma de vida dio un giro de 180 grados cuando me convertí en lo que soy actualmente: especialista en Psiconeuroinmunología clínica. Disciplina que me ha brindado la oportunidad de crecer exponencialmente y que llegó a mí de la mano del Dr. Leo Pruimboom, fundador y referente mundial por excelencia de esta disciplina médica. Una nueva vía de intervención que descubrí cuando aún estaba cursando mis estudios universitarios en Fisioterapia, que cambió mi perspectiva y por su puesto la manera de trabajar con los pacientes.
Labor clínica, con la que no dejo de aprender constantemente y disfrutar cada día. Además, al mismo tiempo me permite desarrollar mi segunda actividad y pasión, la de coordinar el Máster en PNIc. Me encanta mantener un nexo de unión continuo con los grandes referentes y docentes, y comprobar cómo los alumnos van adquiriendo una nueva dimensión de conocimiento y formación.
Todo ello no sería posible sin el motor de mi vida, mi pequeña gran familia, (Gonzalo y mis cuatro hijos) y esos momentos de desconexión. Descargo adrenalina jugando al baloncesto, bailando flamenco y no cambio por nada del mundo disfrutar de un buen vino con mis amigos.