El funcionamiento de las mitocondrias resulta increíble y es realmente apasionante; son el auténtico motor para la salud, de tal manera que sin estas diminutas estructuras, el cuerpo va a medio gas y no funciona a pleno rendimiento.
Observemos por ejemplo aquellos pacientes con fibromialgia, fatiga crónica o con múltiples síndromes como el neuronal de “Alpers” o el de “Pearson”. En estos cuadros la actividad mitocondrial está debilitada.
En el campo de la psiconeuroinmunología clínica (PNI clínica) que estudia la conexión entre mente, sistema nervioso y sistema inmunitario, las mitocondrias desempeñan un papel crucial. Hablamos de su función dentro de la biología celular.
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Mitocondrias, la fábrica de energía
Las mitocondrias son estructuras diminutas que se encuentran localizadas en el citoplasma de nuestras células.
Estas “fábricas de energía” resultan clave para el funcionamiento celular, ya que se encargan de transformar los nutrientes en adenosín trifosfato, el conocido ATP, que es la fuente de energía principal para las células.
La actividad mitocondrial es imprescindible para el funcionamiento celular,
- Se encarga de generar ATP a través de la respiración celular, un proceso que supone transformar glucosa y oxígeno en energía, con la liberación de dióxido de carbono y agua.
- Esta actividad también juega un papel fundamental en la regulación de los niveles de calcio dentro de las células, algo esencial para la señalización celular.
- Las mitocondrias están directamente implicadas en la apoptosis o muerte celular programada como proceso clave para eliminar células dañadas o innecesarias.
- Y además de ATP, estos orgánulos producen otros componentes imprescindibles para la célula como los aminoácidos, los ácidos nucleicos y los lípidos.
¿Cómo obtenemos energía a través de las mitocondrias?
Nuestro cuerpo posee billones de mitocondrias, y aunque algunas células tienen más y otras menos (una media de 5.000 por célula) absolutamente todas tienen mitocondrias; estos orgánulos celulares generan la mayor parte de la energía encargada de activar las distintas reacciones bioquímicas de una célula.
La energía que producen se almacena en una molécula llamada trifosfato de adenosina (el ATP). ATP que se debe incentivar y alimentar porque contiene las dosis necesarias de aporte de energía.
Aquí además entran en juego la glucosa, los ácidos grasos y los aminoácidos.
Para que estas fuentes de energía penetren en las mitocondrias, se tienen que transformar, es decir, la mitocondria sólo admite una sustancia que se llama acetil-Coenzima A (acetil-CoA); por tanto esta debe ser capaz de transformar todos estos componentes en acetil coenzima A.
La otra vía para obtener ATP se produce fuera de la mitocondria, pero es una acción muy ineficaz y complicada, ya que para obtener energía necesitamos que estén presentes las mitocondrias donde hay una eficiencia energética mayor.
La posibilidad de oxidar grasas es limitada y difícil, porque la insulina tiene que estar bien ajustada, y si no lo está, la posibilidad de habilitar grasas es complicada.
Cuándo se pierde la actividad mitocondrial: el sedentarismo
Uno de los culpables y principal factor de riesgo por el que tenemos dificultad para obtener ATP en las mitocondrias es el sedentarismo.
La pérdida de actividad física implica un descenso importante de la densidad mitocondrial.
Un músculo aislado tiene muy poco impacto teniendo en cuenta que es el encargado de facilitar a los tejidos el incremento de la densidad mitocondrial, produciendo sustancias que se consiguen incentivando el patrón de actividad física.
Gastando un poco más de energía cuando se genera, la liberamos.
A partir de aquí volvemos a convertir el ADP (el nucleótido fosfato, que es una molécula de alto poder energético) en ATP.
Este sistema es reciclable, es decir, nos permite liberar energía y desechar una molécula ADP cuando se le une otro ciclo fosfato, que nos permite obtener de nuevo ATP, que al mismo tiempo podemos gastar, y así sucesivamente.
Y esta actividad sale de las mitocondrias, de ahí que cuando no hay densidad mitocondrial, esto no nos permite recuperar energía de una manera eficiente.
Si no reciclamos ATP, se va descomponiendo en otras moléculas como el AMP (adenosín monofosfato), un precursor que termina en sustancias tóxicas.
Así, si no somos capaces de reconvertir esta sustancia en ATP, se convierte en AMP, y este componente termina finalmente transformándose en sustancias tóxicas para el cuerpo, como el ácido úrico y el amoniaco.
Por tanto, ten en cuenta que las mitocondrias se traducen básicamente en salud para el organismo. ¿Te está resultando interesante este contenido?
No dejes de leer próximamente la segunda parte de este post, donde hablaremos de algunas enfermedades mitocondriales y de otros suplementos para fomentar la actividad mitocondrial.
Llevo más de 20 años dedicado al campo de la salud y de la formación, especializado en el ámbito de la Psiconeuroinmunología clínica.
He tenido la suerte de formarme y entrar a formar parte del equipo del Dr. Leo Pruimboom, la gran referencia internacional en esta disciplina.
Me apasiona mi labor docente, poner al servicio de cientos de alumnos de todo el mundo todo este bagaje y conocimiento para acompañarles en el proceso de formación en esta maravillosa disciplina.
Igualmente disfruto y aprendo de mis pacientes en mi labor clínica diaria.