¿La leche es uno de los imprescindibles en la alimentación humana? Cuando nacemos nos alimentamos de leche, y según vamos creciendo, están los que la beben de forma asidua, o quienes la van aborreciendo poco a poco, bien por su sabor o textura, o porque no sienta del todo bien, y la dejan de tomar.
El caso es que somos los únicos animales que la seguimos consumiendo durante la edad adulta. Si se la ofreces a un perro, la beberá porque detecta simplemente que es alimento, pero verdaderamente ¿es tan necesaria en nuestra dieta?, esta es la pregunta que llevamos cuestionando desde hace años y sobre la que resulta interesante despejar dudas.
La leche es un alimento que fundamentalmente contiene grasas, calcio, vitaminas A y D, e hidratos de carbono, y en función de la cantidad de grasa y de sus azúcares, puede sentar mejor o peor, tanto la bebida como sus lácteos y derivados.
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Con o sin lactosa, esta es la cuestión
La leche de origen animal contiene lactosa, que es un tipo de azúcar que está presente en todas las leches de origen animal (de vaca, cabra, oveja, o en la humana), se compone de glucosa y galactosa. Por otro lado, está la llamada caseína, que es la proteína de la leche. Estos componentes, pueden resultar complejos.
Muchas veces las intolerancias se confunden, ya que la beta-caseína (no el azúcar), concretamente su variante A1, que es uno de los subcomponentes de la leche, es lo que puede estar provocando los problemas gastrointestinales con su consumo. Y a la inversa, cuando alguien es intolerante a la lactosa, es por la llamada variante de esta beta-caseína A2.
En consecuencia parece ser que si los intolerantes a la A1 toman lácteos que solo contienen A2, parece que no deben tener ningún problema. Pero la mayoría de productos lácteos llevan la primera variante, y por este motivo continúan presentando intolerancia.
La intolerancia a la lactosa y sus causas
Cuando nacemos, estamos totalmente preparados para beber leche materna que contiene lactosa. El motivo es porque tenemos total capacidad de producir lactasa, que es la enzima capaz de convertir la lactosa en galactosa y glucosa y que nos aporta energía.
Sin embargo con el crecimiento y desarrollo progresivo se va perdiendo esa capacidad de sintetizar y producir dicha enzima.
Este nivel de intolerancia también tiene un origen eminentemente genético, y que también se manifiesta en mayor o menor medida por zonas. En el norte de Europa, que están tomando leche por generaciones, hay un porcentaje mucho menor de intolerancia que en Asia, donde la tasa de intolerancia es mucho más elevada.
La leche ¿es necesaria o es un mito?
Así, y viendo que en porcentajes más altos a la edad adulta es más difícil de sintetizar, nos planteamos si la leche es un alimento necesario, o si por el contrario puede plantear algunas dificultades digestivas, incluyendo algunas respuestas inflamatorias.
En psiconeuroinmunología clínica como disciplina que busca el origen de las patologías y que se preocupa enormemente por la alimentación y la eliminación de determinados alimentos que restan o no aportan los nutrientes necesarios, se puede ver que en la edad adulta no es un elemento indispensable.
No obstante, si no existen intolerancias, se pueden incluir o tomar algunos lácteos sin problema, optando por aquellos que contengan la grasas elementales procedentes de la leche. Tomándose en pequeñas cantidades no tienen por qué ser excesivamente inapropiados. Hablamos por ejemplo de la nube de leche en el café, de comer algún yogur, queso (mejor si es de cabra), o de disfrutar de alguna mantequilla casera de vez en cuando.
Leches vegetales, pueden ser la alternativa
Las leches vegetales como la leche de almendras, la leche de coco o de otros elementos vegetales, pueden ser una buena opción aunque su composición sea muy distinta.
La leche de almendras es de toque dulce y tiene bajo contenido en grasas. La de coco contiene una gran cantidad de triglicéridos y es de las más bajas en carbohidratos y proteínas.
También está la leche de macadamia, una de las más recientes en el mercado, que contiene un elevado número de grasas saludables.
Llevo más de 20 años trabajando como fisioterapeuta, pero mi ámbito profesional y mi forma de vida dio un giro de 180 grados cuando me convertí en lo que soy actualmente: especialista en Psiconeuroinmunología clínica. Disciplina que me ha brindado la oportunidad de crecer exponencialmente y que llegó a mí de la mano del Dr. Leo Pruimboom, fundador y referente mundial por excelencia de esta disciplina médica. Una nueva vía de intervención que descubrí cuando aún estaba cursando mis estudios universitarios en Fisioterapia, que cambió mi perspectiva y por su puesto la manera de trabajar con los pacientes.
Labor clínica, con la que no dejo de aprender constantemente y disfrutar cada día. Además, al mismo tiempo me permite desarrollar mi segunda actividad y pasión, la de coordinar el Máster en PNIc. Me encanta mantener un nexo de unión continuo con los grandes referentes y docentes, y comprobar cómo los alumnos van adquiriendo una nueva dimensión de conocimiento y formación.
Todo ello no sería posible sin el motor de mi vida, mi pequeña gran familia, (Gonzalo y mis cuatro hijos) y esos momentos de desconexión. Descargo adrenalina jugando al baloncesto, bailando flamenco y no cambio por nada del mundo disfrutar de un buen vino con mis amigos.