En este segundo bloque dedicado a los Omega 3 nos vamos a centrar en aquellos órganos o patologías íntimamente ligadas a estos ácidos grasos, junto con la descripción y detalle de algunas recomendaciones asociadas a la dieta y suplementos, con las correspondientes dosis indispensables diarias recomendadas para que nuestra salud funcione a pleno rendimiento.
En el primer bloque definimos estas grasas buenas como necesarias y aporte clave indispensable para el sistema inmune, y explicamos cómo el cerebro depende de además de sustancias como el yodo, el selenio, el zinc, el hierro, y por supuesto del Omega 3 (DHA y EPA).
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Síntomas de deficiencia de Omega 3
El déficit de Omega 3 puede manifestarse a través de múltiples síntomas. Algunos de los siguientes son el claro indicador de que puede existir una deficiencia de estos ácidos, entre otros,
1. La neuroinflamación
La neuroinflamación es un mecanismo de defensa que se produce en determinadas patologías relacionadas con el cerebro. La dificultad para concentrarse, el estrés, la depresión, el cansancio y otras enfermedades relacionadas con la salud mental están directamente relacionadas con la inflamación del cerebro, y una de las misiones principales de los ácidos grasos poliinsaturados es su prevención.
2. Problemas de concentración y memoria
Tal y como adelantamos en el punto anterior, una de las consecuencias básicas de la neuroinflamación resultado de la carencia de Omega 3, es la afección de nuestras capacidades cognitivas.
3. Piel seca y cabello quebradizo
Es otro de los síntomas más evidentes de la falta de estos ácidos Omega 3. Se produce sequedad y descamación de la piel junto a otros síntomas como debilidad en el pelo o cabello frágil.
4. Dolores articulares y rigidez
La falta de estos ácidos poliinsaturados puede desencadenar procesos inflamatorios generando dolor y rigidez de las articulaciones. A veces, como estos ácidos grasos se localizan en las células activas del metabolismo, su carencia puede ralentizarlo y en consecuencia provocar aumentos de peso.
5. Alteración del estado de ánimo
Es otro de los síntomas más frecuentes. Con los bajos niveles de Omega-3 están relacionados la depresión, ansiedad, y los cambios de humor.
Los beneficios del Omega 3 y su relación directa con la PNI clínica
Antes de nada, resulta imprescindible entender la importancia de mantener unos niveles óptimos de ácidos Omega-3, porque combatiendo sus síntomas de deficiencia, no sólo vamos a estar promoviendo un organismo más saludable, sino además la construcción y prevención a futuro de múltiples enfermedades que nos aportarán en consecuencia una mayor calidad de vida.
Los beneficios del Omega 3 son múltiples,
- En primer lugar tienen propiedades antiinflamatorias que reducen la inflamación crónica, como factor subyacente en múltiples patologías.
- En segundo lugar, mejoran considerablemente la salud mental, ayudando a controlar los estados de ánimo.
- También optimizan el sistema inmunológico, a través de la modulación de la respuesta inmune ante posibles enfermedades de carácter infeccioso o autoinmune.
Alimentos y suplementos que pueden prevenir la falta de Omega 3
En estos casos, cuidar nuestra alimentación es clave de cara a prevenir la neuroinflamación.
De los ácidos grasos que contiene el Omega 3, el docosahexaenoico (DHA) y el eicosapentaenoico (EPA) son los que mayor grado de beneficios contienen, sobre todo para la neuroinflamación y todas aquellas afecciones relacionadas con el estado de ánimo, cuadros depresivos, etc.; las dosis recomendadas suelen contener alrededor de un 60% de EPA y un 40% de DHA.
Estas llamadas grasas buenas repletas de Omega 3 se encuentran de forma primordial en los alimentos del mar y en algunas algas marinas. En los moluscos, crustáceos y los pescados como el salmón, bonito, el atún, la caballa, el chicharro, la sardina, los boquerones y el pescado azul en general.
Otra gran cantidad están en el aceite de lino o en las semillas trituradas, en las semillas de chía y en las nueces, que también son una fuente muy rica en ácidos grasos Omega 3.
Se deben tener muy presentes también para pautar el tratamiento, aquellos hábitos saludables para evitar la neuroinflamación y otras patologías derivadas como la actividad física y de nuestro cerebro, y algunas técnicas para evitar el estrés (yoga, meditación y los ejercicios de relajación).
Dormir bien (un mínimo de 7 u 8 horas) sobre todo de noche, puede ayudar a controlar los ritmos cerebrales.
Llevo más de 20 años dedicado al campo de la salud y de la formación, especializado en el ámbito de la Psiconeuroinmunología clínica.
He tenido la suerte de formarme y entrar a formar parte del equipo del Dr. Leo Pruimboom, la gran referencia internacional en esta disciplina.
Me apasiona mi labor docente, poner al servicio de cientos de alumnos de todo el mundo todo este bagaje y conocimiento para acompañarles en el proceso de formación en esta maravillosa disciplina.
Igualmente disfruto y aprendo de mis pacientes en mi labor clínica diaria.