¿Hasta qué punto el sistema inmune conecta y está directamente implicado en ciertas conductas, comportamientos, o rasgos de personalidad que desarrollamos?
Si en la primera parte de este artículo ya revelamos determinados puntos de conexión y cómo se comporta el sistema inmune ante determinadas emociones, en esta segunda parte vamos a abordar la forma en que conectan las respuestas inmunitarias desde los inicios de la humanidad, y cómo conocer un poco mejor nuestro propio sistema inmune puede ayudarnos de alguna manera a mejorar nuestra salud.
Respuesta ante determinadas amenazas o sensaciones externas ¿Cómo conectan?
Desde nuestra propia existencia, evolutivamente los microbios han ido acabando con el ser humano y amenazando nuestra supervivencia. La inmunidad no ha evolucionado aislada o de forma independiente al desarrollo de las conductas, sino que ha sido el propio proceso evolutivo el que nos ha permitido conectar cerebro y sistema inmune.
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Esta conexión, nos permite entender cómo el sistema inmunitario no trabaja independiente y de forma aislada al cerebro, y a la inversa. Se trata de un sistema complejo que nos va a dar una adaptación compleja frente a los diferentes contextos a los que nos vamos a enfrentar en cada parte de nuestra vida.
Maduración del sistema conductual, los bebés
El sistema inmune conductual no empieza a madurar hasta los 4 o 5 años, que es el momento en el que los niños comienzan a mostrar rechazo a un montón de cosas. Lo normal es que hasta esa edad el niño pruebe de todo, y todo se lo lleve a la boca con el objetivo de que su inmunidad pueda ser capaz de reconocer todo lo que hay a su alrededor. Es un poco más adelante cuando comienzan las conductas de rechazo.
Sin embargo, si va tomando y copiando poco a poco el ejemplo de sus padres, y observa que en casa se prueban y comen todo tipo de alimentos, como brócoli o pescado, poco a poco irá “modulando su sistema conductual”, lo que le permitirá en consecuencia ir probando estos alimentos menos agradables para su paladar.
Sistema inmunitario conductual: la conexión cerebro – sistema inmune y su evolución
El cerebro y el sistema inmunitario han ido madurando y co-evolucionando, aportándonos adaptación. En nuestros inicios, comenzamos viviendo en África estableciendo redes sociales relativamente pequeñas. A medida que fuimos evolucionando, nos fuimos desplazando hacia otras zonas, colonizando poco a poco todo el planeta.
Para ello fuimos estableciendo redes sociales extremadamente complejas, y parece que la consecuencia de esta capacidad ha sido facilitar que nuestro cerebro se expanda espectacularmente. Ello nos ha concedido la cultura, que nos ha permitido a su vez cambiar y transformar el medio, pasando a vivir en ciudades con una densidad de población de millones de habitantes, que funcionan gracias al mantenimiento de la cohesión de estas conexiones sociales de manera espectacular.
Inmunidad sostenida
Lo más increíble, es que durante todo este camino de cientos de miles de años, los patógenos nos han amenazado continuamente, obligándonos a tener que desarrollar una inmunidad tremendamente reactiva. Absolutamente todos somos portadores de microbios, virus y parásitos. El hecho de vivir en ciudades hiperdensas con un grado de complejidad social muy marcado, actúa al mismo tiempo como un factor de riesgo para que suframos infecciones procedentes de otros congéneres. Precisamente por este fenómeno, la inmunidad ofreciendo protección frente a las infecciones, ha tenido que sostener la sociabilidad característica de nuestra especie.
Es decir, es muy complicado entender la evolución del ser humano y que el cerebro haya sido capaz de sostener esta complejidad sin un sistema inmune que nos ha ido otorgando protección al mismo tiempo. Para socializar hemos necesitado un sistema inmunitario que ha podido sujetar el riesgo inherente a sufrir infecciones que se desprende precisamente de esa riqueza social en la que vivimos.
Sin esta especie de inmunidad sostenida que nos ha concedido protección a lo largo de miles de años, y que al mismo tiempo nos ha permitido conectar con personas, nuestra evolución hubiera sido totalmente distinta.
Conductas sociales y rasgos de comportamiento VS Inmunidad
Algunos investigadores afirman a través de sus estudios que algunas conductas sociales se explican por la inmunidad de nuestro organismo. Pensemos por ejemplo en esas personas que tienen más miedo a sufrir infecciones, que sienten más asco, o que son más susceptibles a sufrir infecciones; al mismo tiempo suelen ser más prejuiciosas. Estos rasgos de naturaleza social parece que se explican por el tipo de inmunidad que tenemos; es decir, si estoy más desprotegido, algunos rasgos conductuales pueden tener una base biológica.
La capacidad de rechazo o esas personas más prejuiciosas por razón de raza, sexo, etc. y que generan mayor rechazo hacia otras personas distintas por determinados rasgos o comportamientos diferentes o ajenos a ellas, según este tipo de estudios puede tener un sustento biológico, es decir, pueden estar más débiles a nivel inmune.
Las correlaciones son sorprendentes entre la capacidad de expresar asco frente a ciertos estímulos, la creencia de ser más susceptible a sufrir infecciones y el conservadurismo en su sentido más amplio.
Sin embargo estas teorías más extremas presentan numerosos matices porque está ese componente que es la cultura, que también dota de significado estas conductas, y así este proceso se complica más.
¿Se puede moldear y cambiar la inmunidad?
Si mi sistema inmune conductual es muy reactivo, el primer paso es aceptarlo, y a continuación se puede trabajar la inmunidad para dotarla de un poco más de flexibilidad y de capacidad de respuesta. Sin embargo ello no significa que esto nos pueda permitir convertir nuestra inmunidad en una “superheroína”, que nos transforme en un sistema inmune totalmente nuevo y distinto. Lo que vamos a poder hacer es manejar de alguna forma el entorno pero sin cambiar la naturaleza de cada humano.
Llevo más de 20 años dedicado al campo de la salud y de la formación, especializado en el ámbito de la Psiconeuroinmunología clínica.
He tenido la suerte de formarme y entrar a formar parte del equipo del Dr. Leo Pruimboom, la gran referencia internacional en esta disciplina.
Me apasiona mi labor docente, poner al servicio de cientos de alumnos de todo el mundo todo este bagaje y conocimiento para acompañarles en el proceso de formación en esta maravillosa disciplina.
Igualmente disfruto y aprendo de mis pacientes en mi labor clínica diaria.