Hace unas semanas hablamos de la carencia de aquellos elementos esenciales y recursos que necesita nuestro sistema para afrontar el ritmo de vida actual con energía y de forma saludable y de qué modo y para suplir posibles deficiencias están cada vez más presentes e incorporados en nuestra dieta los suplementos vitamínicos que refuerzan la función del cerebro y de nuestro sistema inmunológico.
Estas soluciones contienen y aportan los recursos necesarios al cuerpo y la mente de cara a afrontar los posibles desafíos ambientales y emocionales de nuestro entorno actual.
El sistema inmune se compone de células, tejidos y órganos que forman una barrera defensiva frente a posibles virus y patógenos.
Si en un momento dado estamos débiles o nos mostramos más vulnerables, las dificultades para combatir posibles enfermedades o procesos inflamatorios serán mayores.
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Muchas veces no somos conscientes, pero podemos estar bajos de hierro o a falta de esas vitaminas esenciales para que un simple resfriado estacional pase prácticamente inadvertido, o para que por el contrario los efectos y sintomatología propia del virus se vuelvan persistentes.
4 vitaminas “todo terreno” para el sistema inmune
1. Vitamina C, el refuerzo inmunológico
La vitamina C se caracteriza por la enorme capacidad de fortalecer el sistema inmunológico. Su función como antioxidante potente protege las células del daño oxidativo causado por los radicales libres. Además es esencial para la producción y función de los glóbulos blancos, que son cruciales en la defensa del organismo contra infecciones.
Los cítricos (naranjas, limones, pomelos), las fresas, el kiwi, los pimientos rojos y verdes, el brócoli o las espinacas son indispensables, sin olvidar algunos suplementos como el ácido ascórbico.
2. Vitamina D: la conexión entre inmunidad y la salud mental
La vitamina D además de ser vital para la salud ósea, también desempeña un papel fundamental en la modulación del sistema inmunológico. Diversos estudios han demostrado que unos niveles adecuados de vitamina D están asociados con una menor incidencia de enfermedades autoinmunes y una mejor respuesta inmune.
Además, tiene una conexión significativa con la salud mental. Algunas deficiencias de esta vitamina se han vinculado a algunos trastornos del estado de ánimo como la depresión.
Aunque es el contacto directo de la piel con la radiación solar quien se encarga de estimular verdaderamente la síntesis de esta vitamina D, podemos encontrar pequeñas cantidades en algunos alimentos como los pescados grasos (salmón, caballa, sardinas), el hígado de ternera, los quesos, las yemas de huevo, la leche, los cereales integrales y los suplementos de vitamina D3.
3. Complejo B: dosis de energía para el cerebro
Las vitaminas del complejo B, incluyendo la B6, B9 (ácido fólico) y B12, son esenciales para el funcionamiento del cerebro. Estas vitaminas participan en la síntesis de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina que regulan el estado de ánimo y la función cognitiva.
La vitamina B6 en particular se necesita para la producción de serotonina, un neurotransmisor crucial en los estados de ánimo.
Pensemos que la vitamina B está presente en las carnes de ave, de ternera o en el pescado. También en los huevos, lácteos, legumbres, en las verduras de hoja verde y en algunos frutos secos y semillas. Se puede pautar suplementación de los derivados B6, B9 y B12 según las necesidades específicas de cada paciente.
4. Vitamina E, la protección para nuestro sistema nervioso
La vitamina E es un poderoso antioxidante que protege las células nerviosas del daño oxidativo, causa común del deterioro cognitivo y de las enfermedades neurodegenerativas. Además esta vitamina ayuda a mantener la integridad de las membranas celulares y a mejorar la función inmunológica.
En el contexto de la psiconeuroinmunología clínica, se sugiere que una dieta rica en vitamina E puede ayudar a prevenir enfermedades relacionadas con el envejecimiento y mejorar la resistencia al estrés.
A través de una adecuada suplementación y un estilo de vida saludable, es posible optimizar la función de nuestros sistemas inmunológico y nervioso, mejorando así nuestra calidad de vida desde una perspectiva holística y basada en la evidencia científica.
Los aceites vegetales (aceite de oliva, aceite de girasol), los frutos secos (almendras, avellanas), las semillas de girasol o calabaza y algunas verduras como las espinacas, el brócoli o frutos como los aguacates, contienen vitamina E, sin olvidar los suplementos propios con esta vitamina.
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Llevo más de 20 años trabajando como fisioterapeuta, pero mi ámbito profesional y mi forma de vida dio un giro de 180 grados cuando me convertí en lo que soy actualmente: especialista en Psiconeuroinmunología clínica. Disciplina que me ha brindado la oportunidad de crecer exponencialmente y que llegó a mí de la mano del Dr. Leo Pruimboom, fundador y referente mundial por excelencia de esta disciplina médica. Una nueva vía de intervención que descubrí cuando aún estaba cursando mis estudios universitarios en Fisioterapia, que cambió mi perspectiva y por su puesto la manera de trabajar con los pacientes.
Labor clínica, con la que no dejo de aprender constantemente y disfrutar cada día. Además, al mismo tiempo me permite desarrollar mi segunda actividad y pasión, la de coordinar el Máster en PNIc. Me encanta mantener un nexo de unión continuo con los grandes referentes y docentes, y comprobar cómo los alumnos van adquiriendo una nueva dimensión de conocimiento y formación.
Todo ello no sería posible sin el motor de mi vida, mi pequeña gran familia, (Gonzalo y mis cuatro hijos) y esos momentos de desconexión. Descargo adrenalina jugando al baloncesto, bailando flamenco y no cambio por nada del mundo disfrutar de un buen vino con mis amigos.