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 La microbiota y su vínculo con la enfermedad renal crónica (ERC).
 La microbiota y su vínculo con la enfermedad renal crónica (ERC)

La microbiota y su vínculo con la enfermedad renal crónica (ERC)

Investigación 28 junio 2023

Pensamos que la enfermedad renal crónica (ERC) la padece el perfil de paciente con tratamiento de diálisis. Sin embargo, esto es solo una parte o la punta del iceberg de una patología que cómo vamos a comprobar a través del siguiente post se confirma en multitud de personas de forma crónica.

Nos referimos especialmente a ese amplio grupo de pacientes que tienen ERC leve y que al mismo tiempo no son conscientes de que sus riñones no funcionan con normalidad. Se trata de una enfermedad de una prevalencia elevada a nivel mundial, donde cada vez van apareciendo más casos.

Como otras enfermedades, la enfermedad renal crónica no da la cara en sus primeras etapas, sino que es al cabo del tiempo y en un estadio más avanzado cuando se manifiesta, donde en consecuencia el paciente pide ayuda en busca para realizarse un chequeo de forma urgente.

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Detección de la ERC

La enfermedad renal crónica (ERC) es una alteración de la función de los riñones con una duración de más de tres meses seguidos consecutivos, cuyos efectos conllevan implicaciones importantes para la salud.

A través de un diagnóstico se puede comprobar en qué estadio se encuentra.

La creatinina, es la sustancia de desecho del metabolismo que los riñones filtran excretándola a través de la orina.

Esta creatinina tiene un ritmo normal de 90 ml por minuto, pero a partir de los 30 o 40 años disminuye y empieza a ir más lenta, perdiendo así cantidad por minuto cada año que va pasando.

Un registro por debajo de 60 ml por minuto durante 3 meses consecutivos se considera fallo renal crónico.

enfermedad renal crónica microbiota

Otro signo evidente de daño renal está relacionado con la albuminuria o exceso de albúmina en la orina; una proteína que está en la sangre y que un riñón sano no permite su paso.

Así se detecta el daño cuando existe un nivel elevado de esta proteína en la orina.

También se puede diagnosticar ERC como consecuencia de alguna enfermedad como los cálculos renales o a consecuencia de una hidronefrosis o falta de drenaje por acumulación de orina en los riñones.

Microbiota y su relación con la enfermedad renal crónica

Estudios recientes, Gut microbiota in chronic kidney disease (“Microbiota intestinal en la enfermedad renal crónica”) revelan que la alteración de la microbiota está íntimamente relacionada con la ERC.

La enfermedad renal crónica produce alteraciones en el tránsito intestinal, una disminución de las proteínas y de un descenso del consumo de la fibra dietética, así como casos de administración de hierro por vía oral o la ingesta de gran cantidad de antibióticos.

Ello contribuye a que se produzcan complicaciones asociadas directamente con la ERC debido a la ingesta de antibióticos que alteran la microflora intestinal o los suplementos de hierro, cuyo impacto se desconoce aún.

Alteración de la barrera intestinal en la ERC

La alteración de la barrera intestinal y el aumento de la permeabilidad de dicha barrera es una circunstancia muy común en pacientes con ERC. Este fenómeno permite el paso de endotoxinas y otros productos bacterianos a la sangre.

El aumento de los niveles de urea y la expansión de bacterias con ureasa (toxinas que se encuentran en la orina) aumentan la producción de amonio en la luz intestinal e inducen cambios en el PH intestinal, alterando así la permeabilidad de la mucosa, desencadenando en un aumento de la inflamación y de estrés oxidativo.

Se ha podido comprobar cómo el estado de la microbiota en casos de hipervolemia o sobrehidratación característicos de en la ERC, pueden agravar la disfunción de la barrera intestinal, especialmente en pacientes con hemodiálisis o trasplantados renales, entre otros casos.

Cómo se puede prevenir esta alteración o disbiosis

En los últimos años se ha despertado un especial interés por poder recuperar la simbiosis de la microbiota intestinal en la enfermedad renal crónica.

El objetivo clave está en reducir estas toxinas urémicas, el estrés oxidativo y la inflamación, pero lo cierto es que con diferentes pautas se puede prevenir o al menos paliar los efectos más molestos.

1. Una dieta rica en fibra mejora el tránsito intestinal

Aumenta la producción de AGCC (ácidos grasos de cadena corta), que dotan una dosis de energía a la flora intestinal y permiten que los aminoácidos que llegan al colon se incorporen a las proteínas bacterianas y sean excretados en lugar de fermentarse a solutos urémicos.

2. Prebióticos, probióticos y simbióticos

Los prebióticos son componentes no digeribles que fermentan de forma selectiva cambios específicos en la actividad de la microflora intestinal que le otorga grandes beneficios.

Los probióticos estimulan el crecimiento o la actividad de una o de un número limitado de bacterias en el colon, pueden aumentar la tasa de hidratos de carbono fermentables vs nitrógeno, e incluyen la inulina, fructooligosacáridos, etc. Hablamos de alimentos como el yogur, las aceitunas y los encurtidos, el kéfir, el queso crudo o la kombucha.

Su eficacia para disminuir los niveles de toxinas urémicas y retrasar la progresión de la ERC se ha investigado con modelos in-vitro, animales y en pacientes con ERC.

El almidón resistente reduce los niveles de IS (toxinas urémicas en pacientes con hemodiálisis). Se llevó a cabo el ensayo con ratas, y una dieta rica en almidón resistente a la amilasa retrasaba la ERC, disminuyendo el estrés oxidativo y la inflamación.

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