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 La osteoporosis: mucho más allá de la carencia de calcio (II).
La osteoporosis: mucho más allá de la carencia de calcio (II)

La osteoporosis: mucho más allá de la carencia de calcio (II)

Nutrición 17 febrero 2023

Hace unos días hablamos del alto nivel de casos de osteoporosis, más común en los grupos de edad avanzados, que nos podemos encontrar en consulta. Además explicamos cómo se está abordando esta patología desde la investigación y la psiconeuroinmunología clínica más allá de la carencia de calcio, cuáles son esos elementos claves que inciden, y cómo se puede evitar o prevenir a futuro.

En esta segunda entrega nos vamos a centrar en los factores de riesgo, y por qué hay personas que presentan mayor propensión a desarrollarla y padecerla. Sobre todo, vamos a descubrir la existencia de una estrecha relación directa con la evolución del hueso y con algunas otras funciones vitales del sistema.

El hueso ¿por qué está tan ligado a las hormonas sexuales y la reproducción?

Hay que tener en cuenta que una de las funciones clave asociadas al hueso fue la reproducción, y es apasionante descubrir cómo surgió y su evolución.

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En primer lugar, tenemos constancia de que el pterigopodio (órgano actual que emplean los peces cartilaginosos machos en la reproducción) se conoce como la primera estructura ósea con función reproductiva que apareció en el mar, en los extintos placodermos, un entorno en el que al mismo tiempo surgieron las mandíbulas, los dientes y los miembros óseos.

Es desde este preciso momento, cuando sabemos que los huesos están íntimamente relacionados con la reproducción, presentando vínculos íntimos con el eje de producción de las hormonas sexuales. Estas hormonas, que son la FSH, LH, los estrógenos, la progesterona, testosterona, oxitocina y la prolactina, todas ellas están de alguna forma relacionadas con el eje de las hormonas sexuales que tienen influencia directa sobre las dos células principales que encontramos en el hueso: el osteoblasto y el osteoclasto.

La FSH hipofisaria puede modular el desarrollo de los osteoclastos e influir así en la renovación del hueso. La oxitocina en cambio estimula la osteoblastogénesis y la formación de hueso, mientras que la prolactina produce efectos en el esqueleto de manera dependiente de la edad.

El esqueleto, un auténtico órgano endocrino

Pero es que también el hueso es un órgano endocrino, y vamos a descubrir por qué. Se forma por cuatro tipos de células,

  • Las células tapizantes, es decir, las células del hueso en la superficie.
  • Los osteoblastos para su formación.
  • Los osteocitos, que funcionan como sensores mecánicos que regulan la adaptación a la presión sostenida por el hueso.
  • Los osteoclastos para la descomposición ósea. Indicar que esta descomposición ósea que puede ser un potencial daño en el hueso, también se debe interpretar como una liberación de recursos hacia la vía sanguínea para que otros tejidos u órganos más activos puedan optimizar su rendimiento.

Con ayuda de estos 4 tipos de células, el tejido óseo está en constante adaptación a las fuerzas mecánicas a las que se ve expuesto durante el crecimiento y el movimiento.

Los osteoblastos producen la matriz ósea y el colágeno que se incorpora en ella. El colágeno del hueso tiene zonas de mineralización en las que se deposita hidroxiapatita de calcio y fósforo, elementos que son los que aportan al hueso su dureza.

La señal que incita a los osteoblastos a producir hueso procede de los osteocitos, que son sensibles a estímulos mecánicos, motivo por el cual el ejercicio frena la degradación ósea.

Pero ¿qué ocurre cuando se produce una situación de daño en el hueso? Básicamente que el osteoblasto va a comenzar a producir un ligando llamado RANKL, que poco a poco va diferenciando osteoclastos activos. Estos osteoclastos activos se encargan de descomponer el hueso mediante desmineralización y degradación de colágeno, y de este modo es cómo puede ir desmineralizándose.

La actividad de los osteoclastos y los osteoblastos se ve regulada por hormonas como la testosterona, los estrógenos, la calcitonina, la parathormona, la tiroxina, la vitamina D, la hormona del crecimiento y el cortisol.

La osteocalcina, su función metabólica, y las vitaminas

Siguiendo con los osteoblastos, estas células secretan la hormona osteocalcina, a la que se le atribuye un papel determinante en la regulación metabólica del organismo.

  • En forma carboxilada fomenta la formación de hueso, y está implicada en la mineralización ósea y la homeostasis de los iones de calcio.
  • En forma no carboxilada participa en otros procesos del organismo, como el metabolismo de la glucosa, o en la fertilidad masculina.

La osteocalcina depende del manganeso y se ve estimulada por la vitamina D y la vitamina K.

La microbiota, aparece en escena en la salud ósea

Una vez más la microbiota intestinal aparece en escena, hablando de salud ósea. Básicamente por la estrecha interrelación existente que se da entre las células inmunitarias y las óseas, donde estas bacterias del intestino desempeñan un papel central en el mantenimiento de la salud de los huesos, e influye en su renovación y densidad.

Los microorganismos del intestino pueden mejorar la salud ósea incrementando la absorción de calcio y modulando la producción de serotonina intestinal, que es la molécula con la que se establece una comunicación con las células óseas, y que al mismo tiempo funciona como reguladora de la masa ósea.

¿Qué es lo que nos lleva al deterioro óseo?

De nuevo vuelve a salir a la luz uno de los máximos responsables del deterioro de los huesos: básicamente nuestro estilo de vida actual. Los hábitos que seguimos se encargan de incorporar numerosos factores de riesgo que comprometen los mecanismos de acción que aseguran la formación de un hueso sano.

Si hablamos de sedentarismo, la resistencia a la insulina o las alteraciones de la microbiota, no es nada que nos vaya a extrañar dentro de la PNI clínica.

La microbiota alterada está detrás de la estimulación de las células Th17 y de una mayor producción de las citocinas osteoclastogénicas TNF-?, IL-17 y RANKL en el intestino. Las células Th17 migran a la médula ósea, donde el incremento de estas mismas citocinas mejora la diferenciación de osteoclastos, lo que reduce la densidad mineral del hueso.

Recomendaciones y algunos tratamientos para una buena salud ósea

Para abordar correctamente cualquier trastorno óseo, es imprescindible y necesario activar mecanismos que hagan estimular todo lo posible la formación de hueso. Para ello,

  • En primer lugar, los alimentos son determinantes. Las vitaminas K1, K2 y D, el zinc, el manganeso, el cobre, el silicio y el magnesio son sustancias cruciales. Por otro lado, los probióticos y los alimentos fermentados respaldan la flora intestinal y, con ello, también la formación ósea. Sustancias como el resveratrol, la cúrcuma, el té verde, la canela, el ajo, la mucuna pruriens, los ácidos grasos omega 3 y el ácido alfa lipoico, así como intervenciones como el ayuno intermitente, el frío intermitente también mejoran el metabolismo óseo.
  • Actividad física y ejercicios de fuerza para reforzar los huesos. El papel central debe ocuparlo el ejercicio físico y el desarrollo de fuerza que aporte estímulo y carga suficiente para una buena formación del hueso.

Referencias:

  • Nicks, K. M., Fowler, T. W., & Gaddy, D. (2010). Reproductive Hormones and Bone. Current Osteoporosis Reports, 8(2), 60–67. doi:10.1007/s11914-010-0014-3
  • DiGirolamo, D. J., Clemens, T. L. y Kousteni, S. (2012) ‘The skeleton as an endocrine organ’, Nature Reviews Rheumatology. Nature Publishing Group, 8(11), pp. 674–683. doi: 10.1038/nrrheum.2012.157.
  • D’Amelio, P. y Sassi, F. (2018) ‘Gut Microbiota, Immune System, and Bone’, Calcified Tissue. International. Springer US, 102(4), pp. 415–425. doi: 10.1007/s00223-017-0331-y.

Autor

Elena López

Llevo más de 20 años trabajando como fisioterapeuta, pero mi ámbito profesional y mi forma de vida dio un giro de 180 grados cuando me convertí en lo que soy actualmente: especialista en Psiconeuroinmunología clínica. Disciplina que me ha brindado la oportunidad de crecer exponencialmente y que llegó a mí de la mano del Dr. Leo Pruimboom, fundador y referente mundial por excelencia de esta disciplina médica. Una nueva vía de intervención que descubrí cuando aún estaba cursando mis estudios universitarios en Fisioterapia, que cambió mi perspectiva y por su puesto la manera de trabajar con los pacientes.

Labor clínica, con la que no dejo de aprender constantemente y disfrutar cada día. Además, al mismo tiempo me permite desarrollar mi segunda actividad y pasión, la de coordinar el Máster en PNIc. Me encanta mantener un nexo de unión continuo con los grandes referentes y docentes, y comprobar cómo los alumnos van adquiriendo una nueva dimensión de conocimiento y formación.

Todo ello no sería posible sin el motor de mi vida, mi pequeña gran familia, (Gonzalo y mis cuatro hijos) y esos momentos de desconexión. Descargo adrenalina jugando al baloncesto, bailando flamenco y no cambio por nada del mundo disfrutar de un buen vino con mis amigos.

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