Las mitocondrias son el propulsor de nuestra energía; resultan necesarias para mantener el ritmo a unos niveles óptimos ¿Recordáis cómo obtenemos dicha energía a través de estas minúsculas estructuras situadas en el citoplasma de las células? Lo contamos en la primera parte de este post, donde explicamos cómo la energía que producen se concentra y se guarda en el ATP (trifosfato de adenosina).
Sin embargo, cuando nuestro organismo tiene complicaciones para obtenerlo, empieza a alertar dando la cara a través de la manifestación de ciertas enfermedades. La fibromialgia, fatiga crónica, las enfermedades degenerativas o algunas que citamos a continuación y que surgen por falta de actividad mitocondrial.
El sedentarismo o la pérdida de actividad física es el principal causante de falta de ATP en las mitocondrias. Por ello es importante intentar conservar los niveles de energía. Veamos cómo. Seguid leyendo porque hoy hablamos de algunas de las patologías más comunes, así como de los suplementos para motivar su actividad.
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Cuando las mitocondrias no funcionan: enfermedades más comunes
La disfunción de las mitocondrias provoca una serie de patologías o trastornos de tipo genético que alteran e impiden que estas partículas funcionen correctamente. Estas enfermedades “raras” o crónicas, en numerosas ocasiones impiden llevar a cabo una vida normal e incapacitan al paciente.
Su causa principal suele deberse a mutaciones en el ADN mitocondrial o en el ADN nuclear que inciden sobre la función mitocondrial. Entre las más conocidas destacan,
- Las miopatías mitocondriales, que desencadenan en debilidades de carácter muscular y algunos efectos como la fatiga.
- Las encefalomiopatías mitocondriales donde el origen se encuentra en el sistema nervioso central con afecciones generalmente de tipo muscular. Es el caso del Síndrome de Leigh.
- Otro ejemplo es el de la enfermedad de Leber, una neuropatía óptica hereditaria y degenerativa.
Tengamos en cuenta que la inmensa mayoría aparecen durante la infancia, pero con frecuencia también surgen en los adultos. Hablamos también del Alzhéimer, el Parkinson, la esclerosis múltiple, y otras enfermedades neurodegenerativas, donde la disfunción mitocondrial se refleja como un acontecimiento temprano, pero relacionado también con edades avanzadas.
Suplementos para mantener los niveles de energía mitocondrial
1. La coenzima Q10
También llamado ubiquinol, da protección a la mitocondria y es la coenzima más importante en la última parte del metabolismo mitocondrial. El sustrato de ATP se hace en diferentes estadíos y en la última parte la fosforilación oxidativa; de aquí va a salir la mayor cantidad de ATP.
Sin coenzima Q10 no hay actividad mitocondrial. Este suplemento es una sustancia liposoluble, una grasa que se produce en un estado oxidado, y para que funcione como un protector mitocondrial, es necesario reducirlo. Por ello hablamos de ubiquinola y ubiquinol.
Cuando hay trastornos energéticos importantes hay que aportar dosis de ubiquinol. Es muy importante para pacientes que toman estatinas (para bajar la producción de colesterol) pero al mismo tiempo con el tratamiento durante mucho tiempo falta la coenzima Q10, y sus músculos sufren mucho. En estos casos lo más recomendable es utilizar un suplemento de coenzima Q10.
2. Ribosa
La ribosa es otro sustrato energético. Sin ribosa no hay ATP. Pero para llegar a su objetivo tiene múltiples pasos. Es un suplemento que se emplea como fuente de energía. Hasta 15 g. día. Por ejemplo, para pacientes con fibromialgia.
3. PQQ
Por otro lado, la pirroloquinolina quinona también es un tipo de vitamina B para mantener la función de las mitocondrias. Por un lado aporta mucha protección contra la oxidación, es el mejor antioxidante, y también facilita el proceso de supervivencia de las células. Se encuentra en el pimiento verde, el kiwi, el té verde, etc.
No obstante se supone que se debería producir en el intestino, pero con el estado generalmente deficiente de la microbiota en la actualidad, es complicada su producción.
4. El complejo de vitaminas del grupo B
Unas suelen ser precursoras de las otras, por eso muchas veces se aportan complejos que llevan de todas las derivadas de las vitamina B. Pero hay dos de ellas que no se generan fácilmente, que son la vitamina tipo B1 (tiamina para el metabolismo de la glucosa como sustrato energético), y el ácido fólico (B9).
Suplementos todos ellos muy recomendables en cuadros de fatiga crónica, una vez más para la fibromialgia, etc.
Mitocondrias y PNI clínica
Las patologías relacionadas con la alteración mitocondrial afectan generalmente al sistema nervioso, neuronal, muscular o cardiovascular. En este sentido la psiconeuroinmunología clínica está directamente relacionada con ellas tanto por factores de carácter neurológico como inmune. Sin embargo, en algunos casos, es posible cambiar a través de diferentes estrategias aquellos mecanismos epigenéticos de la mitocondria y su conexión con el ADN nuclear y mitocondrial.
El ejercicio físico y el estilo de vida pueden ayudar al control. Vigilar los niveles de calcio y de las grasas también pueden controlar la inflamación. Los niveles de ATP dentro y fuera de la célula pueden ser capaces de modificar la respuesta del sistema inmunológico. Fenómenos todos ellos que abordaremos próximamente.
En definitiva, entender el poder de las mitocondrias y su función, es esencial en el campo de la psiconeuroinmunología clínica. Estas organelas no solo alimentan nuestras células, sino que también influyen en nuestra salud y nuestro bienestar general. Investigar su papel y cómo se relacionan con el sistema inmunológico y neurológico puede desvelar nuevas estrategias terapéuticas para enfermedades complejas.
Llevo más de 20 años dedicado al campo de la salud y de la formación, especializado en el ámbito de la Psiconeuroinmunología clínica.
He tenido la suerte de formarme y entrar a formar parte del equipo del Dr. Leo Pruimboom, la gran referencia internacional en esta disciplina.
Me apasiona mi labor docente, poner al servicio de cientos de alumnos de todo el mundo todo este bagaje y conocimiento para acompañarles en el proceso de formación en esta maravillosa disciplina.
Igualmente disfruto y aprendo de mis pacientes en mi labor clínica diaria.