El síndrome de fatiga crónica, del que hablamos hace unas semanas, es uno de los habituales en consulta. Sin duda este trastorno es complicado, sobre todo porque las causas son difíciles de detectar. No existe una única prueba que determine esta patología, y puede desencadenarse por múltiples causas.
Si bien en un primer post de nuestra sección de publicaciones hablamos de su prevalencia, síntomas, de aquellos factores de susceptibilidad o propensión a padecer un diagnóstico de este tipo, o sobre qué sucede en nuestro interior cuando aparece, nos queda pendiente explicar qué ocurre una vez se cronifica esta respuesta inflamatoria, y sobre todo cuáles son los mecanismos de acción que sufren cambios. Sigue leyendo.
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¿Qué mecanismos de acción se alteran con el síndrome de fatiga crónica (SFC)?
Una vez se cronifica esta respuesta inflamatoria, son numerosos los mecanismos que se alteran tanto a nivel central como periférico. Por citar un ejemplo, el metabolismo de la serotonina. Cuando existe fatiga crónica, se sufren importantes alteraciones y el triptófano comienza a derivarse hacia el ácido quinolénico en lugar de serotonina, con lo que este ácido termina convirtiéndose en neurotóxico y sus niveles correlacionan con una mayor sensibilidad al dolor, produciendo un estado de ánimo más bajo y la fatiga tan característica de esta patología.
Además, el sistema de opioides sufre modificaciones en su ritmo y la capacidad para señalizar tanto a la célula microglial como a las células inmunitarias periféricas, dificulta la recuperación de fenotipos antiinflamatorios. Como consecuencia de esta excitabilidad, la actividad mitocondrial comienza a ralentizarse y la eficiencia metabólica se va perdiendo. Aquí justo es cuando se detecta que el paciente comienza a tener dificultades energéticas.
La pérdida de energía en el paciente
La pérdida de energía es uno de los principales efectos; nos encontramos por tanto en un contexto de restricción energética, donde la inmunidad del paciente sufre un freno en su capacidad de respuesta ante las infecciones, y el mantenimiento de una adecuada vigilancia sobre los virus endógenos. Por ello, quien padece este síndrome, sensibiliza la propensión a sufrir reactivaciones virales que condicionan aún más su actividad mitocondrial y por tanto el estado de fatiga.
Bajo este estado neuroinflamatorio y con una restricción energética severa en la inmunidad, la fatiga podría parecer una posible respuesta que pudiera minimizar el riesgo de empeorar la situación, ya que el conjunto de conductas desarrolladas por los pacientes que sufren de esta condición tiende a minimizar el gasto energético, incluyendo el aislamiento social.
Pero sin embargo, conviene recordar que para poder socializar, la inmunidad debe sostener la protección frente a los microbios y parásitos de los que todos somos portadores, incluyendo los virus. Socializar en términos energéticos es caro, igual que poder mantener la vigilancia viral. Ante este contexto, la capacidad adaptativa de los pacientes con esta condición se va viendo comprometida, condicionando por tanto su capacidad para desarrollar una vida plena.
El SFC desde la PNI clínica
Sobre esta base, y desde una aproximación psiconeuroinmunológica, aparecen algunos mecanismos de acción a tener en cuenta como base de cualquier tratamiento y atender este tipo de trastorno, que son,
- Atención sobre el contexto social de los pacientes.
- Manejo del proceso neuroinflamatorio central y periférico.
- Mejora de la capacidad inmune innata.
- Potenciación de las vías inmunitarias citotóxicas (linfocitos CD8+, NK).
- Protección y recuperación de la actividad mitocondrial.
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Llevo más de 20 años dedicado al campo de la salud y de la formación, especializado en el ámbito de la Psiconeuroinmunología clínica.
He tenido la suerte de formarme y entrar a formar parte del equipo del Dr. Leo Pruimboom, la gran referencia internacional en esta disciplina.
Me apasiona mi labor docente, poner al servicio de cientos de alumnos de todo el mundo todo este bagaje y conocimiento para acompañarles en el proceso de formación en esta maravillosa disciplina.
Igualmente disfruto y aprendo de mis pacientes en mi labor clínica diaria.