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 Inflamación de bajo grado: la “silenciosa” que no hay que perder de vista.
Inflamación de bajo grado: la “silenciosa” que no hay que perder de vista

Inflamación de bajo grado: la “silenciosa” que no hay que perder de vista

Dolencias 31 marzo 2023

La inflamación es un proceso de nuestro sistema inmunitario que se activa como señal de alarma con la finalidad de parar cualquier posible daño. Su misión es recomponer y eliminar de forma fulminante algún elemento residual y adverso que pueda haber quedado.

Sin embargo y aunque es lo primero que podemos pensar, la inflamación no tiene por qué tener un origen eminentemente traumático. Existe otro tipo, más frecuente, la llamada “silenciosa”, a la que no prestamos tanta atención, pero con la que sí debemos mantenernos muy alerta, ya que se va instalando en nuestro organismo poco a poco a consecuencia de otras causas como los malos hábitos diarios a los que sometemos nuestro cuerpo, de los que más adelante vamos a hablar.

Nos referimos a la llamada inflamación de bajo grado o LGI (low-grade inflammation), que en numerosas ocasiones termina en esas enfermedades crónicas tan numerosas en pacientes y muy típicas de nuestra sociedad actual. Ahora ya te va sonando más ¿verdad? Sigue leyendo …

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La inflamación, una poderosa arma de aviso y defensa

Todos nos hemos caído alguna vez, nos dimos un golpe, se nos ha infectado una herida, o hemos pasado por alguna enfermedad vírica. En estos casos siempre se inflama algún órgano como la garganta, la tripa, o se manifiesta cualquier otra señal en forma de sarpullido, bulto o rojez, que nos pone en alerta y nos indica que algo raro pasa en nuestro cuerpo.

Esta es la inflamación aguda, la que da la cara, que suele durar poco tiempo, y que nos avisa de alguna posible alteración en el sistema inmune. Aunque a simple vista nos asusta, no debemos asociarla a algo catastrófico. Digamos que desde un punto de vista terapéutico, al contrario; el cuerpo genera inflamación con el objetivo de protegerse frente a infecciones, lesiones y enfermedades. Más adelante dedicaremos un post específico a esta parte y a la Resoleómica.

Se trata de un proceso apasionante que convive con nosotros desde tiempos inmemoriales, y que existe prácticamente desde la evolución. La respuesta inflamatoria es clave y necesaria ante la resolución de posibles peligros, donde el cuerpo reacciona y pone en marcha la máquina aumentando la producción de glóbulos blancos, células inmunes y citocinas para combatir cualquier infección o contusión.

inflamacion bajo grado cronica

Inflamación crónica

En cambio, existe otro tipo de inflamación crónica que permanece durante mucho más tiempo, que deja de ser reparadora, y que a partir de un momento determinado produce un efecto totalmente contrario y poco saludable. Finalmente es una alteración y desencadenante de numerosas enfermedades crónicas.

Aquí es donde surge la inflamación de bajo grado, que menos visible y con un menor impacto, se prolonga en el tiempo. Tiende a alojarse en el cuerpo lentamente, y puede afectar a los tejidos, a diferentes órganos y al sistema en general.

Este tipo de inflamación puede manifestarse a cualquier edad, pero es mucho más frecuente y evidente a partir de los 40 o 50 años, aumentando considerablemente en la tercera edad, con evidentes signos como las enfermedades cardiovasculares, los dolores crónicos, el aumento de peso, el colesterol y un largo etc. de patologías crónicas que perviven en el día a día de numerosos pacientes.

Esto nos dice que aunque vivimos mucho más, al mismo tiempo estamos aprendiendo y debemos convivir con cada vez más enfermedades persistentes.

Una sociedad inflamada ¿A qué se debe?

No cabe duda que la inflamación crónica de la que tanto se habla y que se trata desde la psiconeuroinmunología clínica, tiene una relación directa con la exposición continua a factores íntimamente relacionados con nuestro modo de vida.

Aquí intervienen algunos condicionantes poco saludables que a todos nos suenan, es decir, el estrés, la mala alimentación, el sedentarismo, incluso aunque aquí no tienen cabida, nos atrevemos a mencionar esas circunstancias que se están convirtiendo en la mayoría de nosotros en una serie de roles de vida, como el capitalismo, el consumismo desmesurado, la comodidad extrema … , cuya ansiedad por lograrlos desencadenan en un estrés continuo.

Esta exposición prolongada tiene una respuesta inflamatoria del cuerpo que se mantiene a lo largo del tiempo, que actúa de forma silenciosa, y que suele contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas.

De este modo ¿Cómo podemos trabajar la inflamación?

Si bien es cierto que la inflamación de bajo grado suele dar la cara a edades más avanzadas, no es tan complicado, y con un poco de esfuerzo y actitud de cambio, es algo que se puede trabajar y controlar.

Con algunas pautas, entre las que incluimos comer sano y la actividad física, está demostrado que disminuye.

  • Una alimentación sana a base de productos frescos como las verduras y frutas, las proteínas y a base de grasas saludables, polifenoles y alimentos fermentados nos ayudará a frenar los procesos inflamatorios crónicos.
  • Beber agua y realizar ejercicio físico moderado o intenso de forma habitual.
    Asegurar el buen funcionamiento del aparato digestivo con ayunos intermitentes de 12 horas y comiendo por hambre y no aburrimiento. Además es importante controlar la salud intestinal y nuestra microbiota.
  • Tener un descanso de calidad, durmiendo las horas recomendadas y respetando los ritmos circadianos.
  • Tomar suplementos naturales que puedan ayudar a reducir la inflamación. Hablamos de magnesio, quercetina, Vitamina D, etc.

Autor

Elena López

Llevo más de 20 años trabajando como fisioterapeuta, pero mi ámbito profesional y mi forma de vida dio un giro de 180 grados cuando me convertí en lo que soy actualmente: especialista en Psiconeuroinmunología clínica. Disciplina que me ha brindado la oportunidad de crecer exponencialmente y que llegó a mí de la mano del Dr. Leo Pruimboom, fundador y referente mundial por excelencia de esta disciplina médica. Una nueva vía de intervención que descubrí cuando aún estaba cursando mis estudios universitarios en Fisioterapia, que cambió mi perspectiva y por su puesto la manera de trabajar con los pacientes.

Labor clínica, con la que no dejo de aprender constantemente y disfrutar cada día. Además, al mismo tiempo me permite desarrollar mi segunda actividad y pasión, la de coordinar el Máster en PNIc. Me encanta mantener un nexo de unión continuo con los grandes referentes y docentes, y comprobar cómo los alumnos van adquiriendo una nueva dimensión de conocimiento y formación.

Todo ello no sería posible sin el motor de mi vida, mi pequeña gran familia, (Gonzalo y mis cuatro hijos) y esos momentos de desconexión. Descargo adrenalina jugando al baloncesto, bailando flamenco y no cambio por nada del mundo disfrutar de un buen vino con mis amigos.

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